Leyes naturales
Una ley natural es una generalización acerca de algún fenómeno. Ejemplos de leyes naturales son la ley de la gravitación universal o la ley de Ohm. Las leyes naturales afirman una relación causal entre dos o más eventos. Visto así no parece una cuestión muy interesante. Sin embargo resulta que existen enunciados similares que no se consideran leyes, es decir, generalizaciones que relacionan dos o más eventos. Pensemos en (1)
(1) Siempre que voy a Asturias, llueve.
Supongamos que (1) es verdadera. Pues bien, resulta que (1) expresa una conjunción accidental entre dos eventos. En efecto, no llueve en Asturias porque yo haya ido allí, sino que la conjunción de ambos hechos es casual. Por tanto (1) no es una ley natural. Sin embargo, si pensamos en (2)
(2) En condiciones normales de presión, el agua siempre hierve a 100 grados centígrados.
(2) es una ley natural. Resulta que el agua hierve porque la temperatura es de 100 grados y, por tanto, la relación entre el aumento de la temperatura y la ebullición del agua no es casual, sino causal.
Ahora bien, ¿dónde está la relación de causalidad entre los eventos que se relacionan en (2)? David Hume criticó la noción de causalidad sobre la base de que en los casos como (2) no podíamos observar empíricamente el nexo causal entre ambos eventos. De este modo todo lo que podemos afirmar es que nuestra experiencia nos viene mostrando que ambos eventos los observamos siempre conjuntados, es decir, siempre que observamos que la temperatura llega a los 100 grados centígrados, observamos que el agua hierve.
Y con la crítica de Hume al concepto de causalidad se abría una de las cuestiones fundamentales de la filosofía de la ciencia, a saber, ¿qué distingue a las generalizaciones accidentales como (1) de las leyes naturales, como (2)? Las respuestas que se han dado a esta cuestión han venido tanto de filósofos humeanos como de filósofos no humeanos. Veámoslas.
Soluciones humeanas
Las soluciones humeanas asumen la crítica de Hume según la cual el nexo causal no existe en la naturaleza. Desde este punto de vista se han dado diversas respuestas. Una de ellas pasa por distinguir los enunciados como (1) de las leyes naturales sobre la base de que las segundas tienen poder predictivo, mientras que los enunciados como (1) no. En efecto, sobre la base de (2) puedo predecir que el agua de determinado cazo hervirá cuando esta alcance una temperatura de 100 grados centígrados. Por el contrario, sobre la base de (1) no puedo predecir que si voy mañana a Asturias, lloverá. Es decir, las leyes cuentan con el apoyo inductivo que le proporcionan sus instancias particulares. Este punto de vista ha sido defendido por J. L. Mackie.
Otra solución humeana es la propuesta por F. P. Ramsey y David K. Lewis. Para estos autores lo que distingue las leyes naturales de los enunciados como (1) es que las primeras pueden acomodarse en una sistematización ideal del conocimiento.
Soluciones no humeanas
En este caso no se asume la crítica humeana, afirmándose que las leyes naturales expresan una relación de necesitación entre propiedades. Por ejemplo en el caso (2) entre la propiedad de alcanzar determinada temperatura y la propiedad de comenzar a hervir. De este modo, las leyes naturales, para ser tales, han de cumplir la necesitación de la conjunción de los eventos expresados en ellas, mientras que los enunciados del tipo (1) no. De lo cual se sigue que siempre que hay una relación de necesitación entre dos eventos hay conjunción entre ellos, pero no siempre que hay una conjunción entre dos eventos, hay una relación de necesitación entre ellos. Desde esta perspectiva, para saber qué propiedades necesitan de otras hay que llevar a cabo una investigación empírica.
La importancia de las leyes naturales
Las leyes naturales son fundamentales para el avance de la ciencia y la tecnología. A través de ellas, los científicos pueden predecir y explicar los fenómenos naturales, y los ingenieros pueden diseñar y construir máquinas y tecnologías que mejoran nuestra calidad de vida. Por ejemplo, la ley de la gravitación universal de Newton nos permite predecir el movimiento de los planetas y las estrellas, y la ley de Ohm es esencial para el diseño de circuitos eléctricos.
Además, las leyes naturales también tienen un papel importante en la filosofía. Las discusiones sobre la naturaleza y el estatus de las leyes naturales son centrales en la filosofía de la ciencia, y también tienen implicaciones para la metafísica y la epistemología. Por ejemplo, la cuestión de si las leyes naturales son verdaderas descripciones de la realidad o simplemente útiles generalizaciones es un tema de debate en la filosofía de la ciencia.
El papel de las leyes naturales en la ciencia
En la ciencia, las leyes naturales se utilizan para describir, explicar y predecir los fenómenos naturales. Por ejemplo, la ley de la gravitación universal de Newton describe la fuerza de atracción entre dos objetos con masa, la ley de Ohm explica la relación entre la corriente eléctrica, la resistencia y la tensión en un circuito eléctrico, y la ley de Boyle predice cómo cambiará el volumen de un gas si se cambia su presión manteniendo constante la temperatura.
Las leyes naturales también son fundamentales para el método científico. Los científicos utilizan las leyes naturales para formular hipótesis y diseñar experimentos. Por ejemplo, si un científico quiere investigar cómo cambia la resistencia de un alambre con la temperatura, puede utilizar la ley de Ohm para formular una hipótesis y diseñar un experimento para probarla.
Además, las leyes naturales también son esenciales para la confirmación de las teorías científicas. Una teoría científica se considera confirmada si sus predicciones, basadas en las leyes naturales, se corresponden con los resultados de los experimentos y las observaciones. Por ejemplo, la teoría de la relatividad general de Einstein fue confirmada cuando sus predicciones, basadas en las leyes de la física, se correspondieron con las observaciones de la posición de las estrellas durante un eclipse solar.