Depredadores Naturales
No sólo el hombre manipula y trata de utilizar a sus víctimas para su propio beneficio, también organismos de otras especies lo hacen.
Existe en el Amazonas una especie de hongo que manipula el cerebro de las hormigas para nutrirse de ellas, influenciándolas para obligarlas a subir hacia lo alto de las plantas. Allí las hormigas producen una sustancia que infecta a las demás hormigas.
Aunque pensemos que ciertas capacidades de dominación son privativas del hombre, en el reino animal existen otras especies que se aprovechan de las demás y viven a expensas de ellas, llegando al extremo, las más temibles, de esclavizar a toda una colonia y ponerla bajo su dominio.
De manera que esta tendencia dominante de someter a los demás parece ser una necesidad instintiva, probablemente un recurso para mantener la supervivencia.
La “wolbachia”, una bacteria familiar de la “escherichia coli”, que se encuentra en la flora intestinal humana normal, podría ser considerado el parásito más dañino que existe, porque llega a infectar a más del setenta por ciento de los organismos invertebrados de la tierra.
Entre sus fechorías se encuentra la de asesinar particularmente a los machos, beneficiando a las hembras que se comen los cadáveres de sus hermanos.
En el caso de los machos de “cochinilla de tierra” los convierte en hembras porque no permite que se le desarrolle la hormona masculina.
La “wolbachia” también hace posible la reproducción sexual de las hembras sin la participación de los machos y obstruye la fecundidad de los apareamientos entre machos y hembras.
Sin embargo, existen circunstancias desconocidas que parecen colaborar para equilibrar los sistemas, como se supone pudo haber ocurrido con la mutación del virus de la gripe A H1N1, de 2009.
Mientras que los científicos suponían que en humanos sería catastrófica, resultó que la mutación fue más benigna que lo que se creía, no se sabe por qué motivo.
En el caso de la bacteria «wolbachia», su comportamiento casi extingue una especie de mariposa, pero una mutación que parece casual ha conferido mayor resistencia contra este parásito equilibrando de esta manera el nacimiento de machos y hembras.
Puede ser que el comportamiento de la “wolbachia” pueda intervenir en la formación de nuevas especies ya que tiene la capacidad de integrar su genoma o parte de él en el de sus víctimas, hecho que se ha comprobado en la mosca “drosophila ananassae”.
Existe otro tipo de parasitismo entre las aves, por ejemplo la conducta de la hembra del cuco, que deja sus huevos en el nido de otras especies y cuando el polluelo nace en forma prematura, echa a los otros huevos fuera del nido, y son criados por esa otra especie que parece que no los distingue.
Sin embargo el equilibrio evolutivo y la lucha por la supervivencia hace que esas especies comiencen a reconocer los huevos y los saquen de sus nidos, pero al mismo tiempo que los cucos produzcan huevos cada vez más parecidos a los de otras especies.
Algunas tácticas empleadas por algunas aves se parecen a las estrategias mafiosas de los seres humanos, porque si los hospedadores no les cuidan a sus polluelos, ellos les destruyen sus nidos. Pero este parasitismo podría tener el objetivo de evolucionar hacia una simbiosis.
Existe una especie de hormiga cuya reina se infiltra en el hormiguero de otra especie, elimina a la reina y obliga a las obreras a trabajar para sus crías. Pero existe otra especie aún más temible, la “monomorium santschii”, que droga a las obreras para que eliminen a su propia madre y críen a sus hijos como si fueran sus hermanos.
Resultan increíbles los controles mentales que tiene la naturaleza para que ciertos organismos puedan manipular a otras especies y conseguir sus fines.
El máximo ejemplo de control mental es el que realiza el protozoo “Toxoplasma gondii”, que puede ser peligroso hasta para el feto humano y producirle la temible toxoplasmosis si lo ataca. Pero afortunadamente prefiere a los roedores y se reproduce solamente en el intestino de los gatos, por lo que es aconsejable que las embarazadas se mantengan alejadas de estos felinos.
Los toxoplasmas atacan el cerebro de los roedores y les hace perder el miedo a los gatos, por lo tanto se dejan cazar fácilmente.