La Conexión con lo trascendente
Tenemos contacto con lo trascendente, en primer lugar por medio de la intuición de que existe una realidad más allá de la materia; en segundo lugar cuando reconocemos las señales o mensajes que nos envía y por último cuando se utiliza la segunda atención o la parte intuitiva más profunda del cerebro que es la que emplean los santos y los profetas.
No hace mucho tiempo un irlandés que padecía de esclerosis múltiples llegó a la gruta tarde y no pudo acceder a las piletas de agua milagrosa. Decidió esperar afuera y quedarse a presenciar el servicio vespertino.
Cuando finalizó el oficio, volvió al hotel en su silla de ruedas, desilusionado, pero horas después sintió que su cuerpo se calentaba y que un rayo de luz sacudía su columna vertebral, de tal forma, que se desvaneció. Cuando recuperó el conocimiento, se había curado.
Según encuestas recientes, cerca del 50% de los americanos ha experimentado esta inexplicable luz interna o externamente y un tercio de ellos lo consideraron como un nuevo nacimiento, esta experiencia podría interpretarse como cierta forma de despertar espiritual.
Sri Aurobindo, uno de los más conocidos santos de la India actual, que estudió en Cambridge, sintió que su despertar comenzó cuando pisó nuevamente su tierra al volver, cuando una especie de descarga eléctrica lo atravesó y elevó su conciencia a otro nivel.
Manifiesta que mediante un proceso de evolución metabiológica (según el supuesto de la teoría de Jonas Salk), todos los seres humanos están en el camino de la iluminación. Una supraconciencia nos permite intuir la presencia del absoluto y al mismo tiempo transforma nuestras células.
Se puede aprender a desarrollar la segunda atención que utilizan los santos y profetas como clave para conectarse con lo trascendente.
La ciencia hoy en día, supone que existen otras dimensiones que no podemos percibir, podría ser posible entonces que una de ellas fuera el lugar donde habitan los seres celestiales.
Hasta ahora, la única posibilidad concreta de conectarse con lo divino parece ser la muerte, según lo que manifiestan las personas que han vuelto del más allá.
La mayoría de estos testimonios hablan de una luz blanca pero algunos tuvieron la visión de un ser maligno.
Estas experiencias fueron recreadas artificialmente privando de oxígeno al cerebro, por lo que se puede pensar que es un mecanismo natural y no un fenómeno espiritual.
La astrofísica afirma que en el horizonte de los acontecimientos, al borde de un agujero negro, la realidad cambia, de este lado funcionan las leyes de la física y del otro no, y no existen ni el espacio ni el tiempo.
Tal vez Dios se encuentra del otro lado del horizonte de los sucesos, más allá del límite de la velocidad de la luz, que no se puede superar porque es absoluto porque cuando nos acercamos a ese límite, el tiempo transcurre más despacio, y el espacio se curva.
Una entidad que estuviera más allá del bing bang sería invisible para nosotros porque no podemos recibir una luz que sea más antigua que la explosión inicial, pero esto no significa que no haya nada.
El alma es inmaterial y representa la conexión que tenemos con el espíritu universal. De este lado del horizonte de los sucesos la manifestación del alma somos nosotros y del otro lado que está fuera del espacio y del tiempo forma parte del espíritu.
Los antiguos Vedas dicen que la parte de nosotros que no cree en la muerte no muere, o sea que la muerte puede ser real sólo para quienes creen en ella. Sin embargo, no deja de extrañarnos ese sentimiento de inmortalidad que en el fondo tenemos todos.
La muerte deja intacta nuestra parte del alma que está del otro lado del horizonte de los sucesos, fuera del espacio y el tiempo; y ambas realidades a nivel cuántico son ciertas.
Por eso es posible conectarse con el espíritu desde este lado, con el pensamiento, porque no es material y puede trascender el espacio y el tiempo.
Fuente: “Conocer a Dios”, Deepak Chopra, Plaza & Janés Editores S.A., año 2000.