El Tiempo
Hasta no hace mucho, se creía que el tiempo era absoluto, es decir, que el tiempo transcurrido entre dos sucesos siempre era el mismo, pero desde que se descubrió que la velocidad de luz es constante para cualquier observador, aunque el observador estuviera en movimiento, se llegó a la teoría de la relatividad, debiéndose abandonar la idea de un tiempo absoluto.
De modo que cada observador tiene un tiempo diferente con respecto a otro observador, o sea que sólo tiene su propia medida del tiempo que registra en el reloj que lleva consigo. De manera que el tiempo es relativo al observador que lo mide.
En la realidad el pasado y el futuro es fácil distinguirlos desde el punto de vista psicológico, pero las leyes de la ciencia que gobiernan todo el comportamiento de la materia no se modifican por la acción del tiempo, salvo por la segunda ley de la termodinámica que dice que en cualquier sistema cerrado, el desorden o la entropía siempre aumenta con el tiempo.
Si se cae un vaso y se rompe luego no vuelve a su estado anterior.
Luego está la dirección cosmológica que es la dirección del tiempo en que el universo se está expandiendo.
Con respecto a la segunda ley de la termodinámica si el universo hubiera comenzado desde un estado ordenado, con el tiempo ese sistema evolucionará según las leyes de la ciencia y su estado cambiaría, y es más probable que esté en un estado desordenado que en uno ordenado.
En cambio si el comienzo hubiera sido a partir de un estado desordenado significaría que el desorden disminuiría con el tiempo y la flecha psicológica que tenemos del tiempo iría para atrás. Un vaso estaría primero roto y luego sano.
El hombre mide el tiempo en la dirección en que el desorden crece.
Según Stephen Hawking, para comprender cómo comenzó el universo se debe emplear una teoría cuántica de la gravedad.
Si el tiempo es relativo al espacio, ya que no es absoluto sino que siempre está ligado al espacio, entonces son teóricamente posibles los viajes en el tiempo, porque de algún modo cada uno de nuestros instantes debería continuar eternamente en el espacio tiempo en que ocurrió.
Tal vez podríamos saltar hacia otro espacio tiempo cuando el hombre pueda vencer la fuerza de la inercia o pueda viajar a través de un agujero negro que en teoría podrían ser formas de conexión con otros universos.
El cuento de ciencia ficción del escritor argentino Bioy Casares, anticipó la aparición de la realidad virtual cuando el protagonista, un fugitivo de la justicia que llega a una isla desierta, se encuentra con un grupo de personas, entre ellas la inaccesible Faustine.
Cuando desea entablar conversación con ella, se da cuenta que su persona pasa inadvertida para todos esos extraños, incluso para ella.
Es que parecían reales pero no lo eran. Se trataba de proyecciones de episodios de sus vidas, ya concluidas, ligadas a un espacio tiempo, que se reiteraban continuamente en virtud de la acción de una máquina que los mató para otorgarles la inmortalidad.
Los que estaban fuera de esa dimensión, sólo podían verlos pero no conectarse con ellos.
Era tan real que el fugitivo se enamora de Faustine, la hermosa mujer visible pero intangible.
Deseando permanecer junto a su amada, decide ejecutar un acto suicida: someterse también él a los efectos de la máquina.
Bibliografía: «Historia del Tiempo» de Stephen W. Hawking
«La invención de Morel» de Bioy Casares