Física y Misticismo
La física moderna tiene conceptos que muestran un asombroso parecido a las filosofías orientales, porque tanto la teoría cuántica como la teoría de la relatividad, fundamentos básicos de la física actual, se adaptan en forma sorprendente a la concepción del mundo oriental.
El comportamiento de las partículas subatómicas ponen en evidencia estas notables semejanzas.
Más aún, la física de nuestros tiempos tiene la misma cosmovisión de toda la historia del misticismo, de todas las religiones orientales e incluso de las occidentales, con la diferencia que en Occidente tuvo siempre un significado oculto.
En Occidente, los antiguos filósofos griegos presocráticos, como la escuela de Mileto, no concebían la ciencia separada de la filosofía y la religión. Su intención era la misma de todo místico, saber cuál era la esencia última de todas las cosas.
Para ellos el mundo era una unidad donde no había división entre el espíritu y la materia y fisis era el elemento básico de todo lo existente tanto material como espiritual.
Anaximandro sostenía que el cosmos era un organismo mantenido por el aliento universal y Tales afirmaba que todo está rebosante de dioses.
Esta visión del mundo organicista y monista se aproximaba mucho al pensamiento de la China y de la India.
Heráclito creía que el fuego era el primer elemento, que sólo existía el devenir y el cambio, en la unidad del logos y la interacción de los opuestos; también coincidía con las filosofías orientales.
La escuela de Elea sin embargo, reemplazó el concepto de unidad de todas las cosas por un principio divino, que luego fue interpretado como un Dios inteligente capaz de dominar todo lo existente.
De esta forma, el pensamiento occidental se fue diferenciando del oriental hasta la separación de materia y espíritu y la consecuente separación entre cuerpo y alma.
Para Parménides el Ser era inmutable y el cambio una ilusión de los sentidos, dando lugar a la idea de la existencia de una sustancia indestructible con la propiedad de tomar distintas formas.
La combinación del principio de Parménides y el devenir de Heráclito, llevó a concebir que el Ser, se manifiesta en algunas sustancias invariables; y la mezcla o separación de ellas es la que provoca los cambios.
Aparece la idea de átomo, expresada, entre otros, por Demócrito, como unidad indivisible primordial.
Los atomistas griegos distinguían el espíritu de la materia explicando el movimiento a partir del espíritu.
La separación entre cuerpo y alma quedó instalada y Occidente se orientó hacia la espiritualidad, el alma, la ética y la moral, pensamiento que fue sistematizado por Aristóteles.
Esta filosofía permaneció más de dos mil años y recién en el Renacimiento comenzó a desarrollarse el interés por las ciencias naturales.
En el siglo XV comenzaron los primeros experimentos y a utilizar el lenguaje de las matemáticas. Galileo fue el primero.
La filosofía de Descartes provocó la separación del hombre de la naturaleza y llevó a una visión mecanicista de la realidad.
Newton mantuvo la misma visión que fue fundamento de su mecánica y la base de la física clásica.
La mente es la que tiene la función de controlar al cuerpo provocando un conflicto entre la mente y el cuerpo.
Los individuos están separados por creencias, religiones, razas, actividades, economías, políticas y la fragmentación interior es un reflejo del mundo.
El ambiente también se manipula sin escrúpulos teniendo en cuenta sólo los intereses particulares y la creencia en la separación entre el hombre y la naturaleza es la principal causa de las crisis sociales, ecológicas y culturales.
El pensamiento cartesiano favoreció el desarrollo de la física y de la tecnología, pero fue negativo para la civilización. Sin embargo, la ciencia moderna del siglo XX está superando esta fragmentación y vuelve a la idea de unidad.
El misticismo oriental percibe la relación entre todas las cosas considerándolas distintos aspectos de una realidad única. Para ellos, la meta más elevada es tomar conciencia de esa unidad y de su relación con el mundo e identificarse con el Todo.
Este estado, conocido como iluminación, es una experiencia que afecta al hombre como totalidad, cuya naturaleza esencial es religiosa, o sea su tendencia a ligarse nuevamente con el Todo.
Fuente: «El Tao de la Física», Fritjof Capra, austriaco, físico y teórico de Sistemas de la Universidad de Viena.