El Diluvio Universal y el Catastrofismo
Uno de los conceptos que se relacionaron con el fijismo – pensamiento que postula el carácter inmóvil de la naturaleza – fue el catastrofismo, uno de cuyos representantes fue el naturalista George Cuvier (1769-1823) quien desarrolló una singular historia de la Tierra a partir de distintas catástrofes, entre ellas la del diluvio universal y el Arca de Noé.
Para Cuvier, la historia geológica se resume en una serie de catástrofes que extinguieron las especies que existían en esa zona del siniestro y que posibilitaron la aparición de otras especies provenientes de otros lugares lejanos que no habían sufrido el impacto de ese extraordinario fenómeno.
Sin embargo, a principios del siglo XIX, los defensores del fijismo, que se basaban en la historia del génesis y la teología, comenzaron a retroceder tras la evidencia de que existía un parentesco común entre las especies, a pesar de sus diferencias.
Surgió así el transformismo, que postulaba que las especies derivaban unas de otras, siendo la naturaleza un proceso dinámico.
Dentro del Cristianismo, Santo Tomás de Aquino y San Agustín, defendían la capacidad creadora de Dios pero no aceptaban que hubiera creado el mundo sólo en seis días.
San Agustín fue considerado un precursor de la teoría evolucionista; pero fue recién en el Renacimiento cuando se produjo el gran avance del mundo científico.
A pesar de la fuerte influencia del fijismo en la historia natural, a partir del siglo XVIII comenzó la separación gradual entre la ciencia y la teología, iniciándose el estudio de la naturaleza en forma racional.
Thomas Burnett (1635-1715) fue un teólogo que planteó la idea de que el agua caída según el relato bíblico del diluvio universal, durante cuarenta días con sus noches, provenía de las profundidades de la Tierra y no del cielo.
Ya en ese tiempo estaban convencidos de la existencia de agua subterránea, de manera que su teoría fue muy bien recibida, incluso por Newton, a pesar de que ser una teoría proveniente del terreno religioso.
Benoit de Maillet (1656-1738) diplomático francés que vivió en Egipto muchos años, tuvo una idea diferente.
Afirmó en un libro clandestino que logró evitar la censura de la iglesia, que la Tierra era mucho más antigua de lo que en ese momento se pensaba.
Según Maillet, la edad de la Tierra era de setenta mil años, antigüedad que se consideraba exorbitante para esa época.
En un primer momento la Tierra habría estado cubierta por una capa de agua y posteriormente habrían surgido las superficies terrestres.
El astrónomo y matemático francés Pierre-Louis Moreau de Mapertius (1609-1759) estudió el caso de un niño blanco nacido de padres negros, entreviendo la posibilidad de un mutacionismo primitivo.
Afirmaba que en la naturaleza ocurren en forma fortuita accidentes que posibilitan la aparición de nuevas formas de vida y que era evidente la existencia de una conexión universal.
La historia de la Tierra según Georges Louis Leclerc, conde de Bufón, en un principio intentó aunar la religión con la ciencia.
Bufón fue un naturalista interesado en las matemáticas y la física. Pensaba que en una primera etapa la Tierra provenía del Sol y que posteriormente se había enfriado y habrían aparecido las montañas y las rocas.
Luego de evaporarse los gases atmosféricos se produjeron las lluvias que fueron anegando toda la superficie terrestre.
Una vez que la temperatura llegó a un nivel adecuado surgió la vida marina. El agua se fue absorbiendo lentamente y fue apareciendo la vida vegetal y el vulcanismo.
El clima tropical favoreció la aparición de los grandes animales; finalmente se separaron los continentes y recién en el último período, que aún no ha concluido, surgió el hombre.
Fuente: Colección Grandes Pensadores, Darwin, Vida Pensamiento y Obra, Ed. Planeta DeAgostini, España, 2007