¿Qué es la mente?
He de comenzar diciendo que no tengo una respuesta a esta pregunta. Aunque sí que tengo un consuelo para mi carencia de respuesta: nadie más la tiene. Además, tengo una firme convicción de que nadie tendrá jamás una respuesta a esta pregunta. Y lo digo por la sencilla razón de que no existe en el mundo alguna cosa a la que llamemos «mi mente» ni algún lugar en el que algo a lo que llamemos «mi mente» se ubique.
La mente es hija del alma
La palabra «mente» sustituye en nuestro vocabulario moderno a la vieja palabra «alma», sin embargo el concepto que expresamos con «mente» es muy similar al que se expresaba en el pasado con «alma». La mente, al igual que el alma, es una cosa. Esta cosa está dentro de mi cuerpo y parece que, en ocasiones, ambos, mente y cuerpo, se encuentran polarizados: a veces quiero determinadas cosas que, a la vez, yo mismo me desaconsejo y me veto. De ahí se llega a la siguiente conclusión: hay algo dentro de mi que me hace obrar racionalmente, que toma decisiones, que recuerda hechos, etc.
Esta creencia se ve reforzada por la cosmovisión primitiva. Nuestros antepasados describían el mundo en términos de seres inanimados y seres animados. Si algo se movía era un ser animado y si algo no se movía era inanimado. Y algo tenían los primeros que no había en los segundos: espíritus o almas. Pero con los seres animados ocurría que, en algún momento, se convertían en inanimados de forma definitiva. Así que, para aquellas personas, esos seres perdían aquello que les animaba. Y esta cosa, alma o espíritu, viajaba a otro mundo o algo así (hay muchas variantes). Y, algo más, el alma era la persona en sí misma, era su personalidad. En general, el cuerpo era una especie de contenedor del alma, que era la persona.
La mente es laica y se ha vuelto materialista
La principal diferencia entre el concepto de «alma» y el de «mente» es que el alma era postulada como una entidad de un tipo distinto a las entidades materiales, mientras que hoy en día se dice que la mente es el cerebro, como norma general. Por otra parte, el alma era un concepto de carácter religioso, mientras que el concepto de mente ha perdido las connotaciones místicas y religiosas que tenía en el pasado. Sin embargo, a pesar de estas diferencias conceptuales, se mantiene el principal postulado: hay algo a lo que llamamos mente. Y se añade: ese algo es el cerebro.
Hay una línea de pensamiento que se remonta a Descartes y busca la mente, como quien busca un alfiler en un pajar. Descartes buscaba su localización y otros autores modernos hicieron igual. Y en la actualidad se dice que la mente es el cerebro. Ya hemos encontrado a la entidad que buscábamos. Siempre la tuvimos delante, solo que no la conocíamos. Eso sí, en contra de lo que se había pensado en el pasado, no es una entidad distinta del cuerpo, sino una parte de este.
La mente no existe
En el pasado, seres humanos alejados temporal, espacial y conceptualmente de nosotros postularon una entidad llamada «alma» o «espíritu» que animaba cuerpos y que tomaba decisiones, se arrepentía de las decisiones tomadas, recordaba hechos, etc. Ahora se habla de seres vivos, por un lado, y de las decisiones, arrepentimientos, recuerdos, por otro. La mente se ha despojado de su labor de principio vital, pero sigue tomando decisiones, teniendo recuerdos, arrepintiéndose de las decisiones tomadas, etc.
Se dice que la mente es el cerebro, sin embargo, podemos preguntarnos si es lícito decir que hemos descubierto cuál es la entidad a la que los antiguos llamaban alma y que nosotros llamamos mente. En primer lugar, parece muy aventurado decir que los cerebros toman decisiones o que tienen recuerdos. Por lo que sabemos, las decisiones, los recuerdos, los deseos, las emociones, etc. se predican de personas, no de sus partes. Si yo deseo un pastel, es correcto decir que «Esteban desea un pastel» y es un disparate decir que «el cerebro de Esteban desea un pastel» (o «el alma de Esteban desea un pastel» o «la mente de Esteban desea un pastel»). Una cosa es ser el «aparato» de los recuerdos y otra cosa es tener recuerdos, del mismo modo que una cosa es ser el aparato de la velocidad y otra cosa es ser veloz.
Y es que, en segundo lugar, la entidad postulada y buscada no es la que permite tener recuerdos, tomar decisiones y cosas similares, sino la que toma las decisiones y tiene los recuerdos, entre otras cosas. Así que decir que la mente es el cerebro es una falta de atino. Sería lo mismo que decir que la digestión es el estómago. Pero, entonces, ¿la mente es el individuo entero? Y la mejor respuesta que yo podría dar es: bueno, siempre supimos que dentro del cráneo había un órgano y luego decidimos que era la mente (o el alma o el espíritu). También hemos sabido siempre que había individuos animados que tomaban decisiones y si queremos podemos decir que estas son las mentes. Pero obsérvese que lo que hacemos es intentar buscar un contenido para una palabra que siempre estuvo vacía.