La transformación de la mente
La revolución psicológica es lo único que puede cambiar la cualidad esencial del ser humano para cambiar el mundo; y esta revolución psicológica sólo es posible mediante la meditación.
La meditación es la búsqueda de lo inmensurable, lo que no tiene medida, porque la medida es ilusión.
El mundo occidental se fundamenta en la medida pero en oriente la medida es maya, lo ilusorio y esta diferencia es lo que produjo una separación cultural, social, intelectual y religiosa.
El mundo ha cambiado externamente pero el hombre sigue siendo internamente más o menos el mismo.
Krishnamurti nos dice que la meditación puede cambiar al hombre y al mundo pero es un problema muy complejo que hay que investigar.
La revolución psicológica solamente puede tener lugar en el centro de nuestro ser y exige mucha energía y la meditación hace posible liberar toda esa energía.
En general, casi todos tienen una vaga idea acerca de lo que es la meditación o lo que debería ser. Algunos entienden que se trata de contemplación, plegaria, estar silencioso, no pensar y otras prácticas parecidas. Pero la meditación es la forma de descubrir una clase de energía libre e inmensurable, diferente a la energía física que conocemos que depende de la fricción.
Solamente teniendo gran cantidad de energía principalmente psicológica y no solamente física, nuestra conducta no producirá fricción, conflicto y lucha.
La meditación importada de Oriente, se ha convertido en una técnica en occidente que remite a la idea de control, de ajustarse a un sistema, de repetir mantras, respirar de determinada manera, etc., sin investigar a fondo este problema.
La meditación es una experiencia personal que no se puede aprender ni tampoco enseñar. Uno tiene que descubrir por sí mismo si la mente puede estar quieta y funcionar solamente cuando es necesario.
El control de la mente implica conflicto e implica un gran gasto de energía. Sólo tiene que haber un total conocimiento de uno mismo, conocerse bien a fondo a todo nivel, porque cuando tenemos completo conocimiento propio no hay más conflicto y eso es meditación.
Puedo conocerme a mí mismo a través de la relación, cuando respondo y reacciono, no en el aislamiento. Sin embargo la gente vive aislada y se construye un muro de contención para defenderse y trata de bucear en su interior para intentar conocerse.
Para descubrir cómo observarse a uno mismo hay que aclarar lo que significa observar.
El que se observa a sí mismo es el observador y ese observador es el pasado, el conocimiento acumulado del pasado, la cultura, el condicionamiento que dice: esto es correcto, esto es incorrecto, esto debe ser, esto no debe ser, esto es bueno, esto es malo.
De manera que viendo el pasado tratamos de ver lo que somos.
¿Es posible observarme cuando actúo o sea cuando me relaciono sin tener en cuenta lo observado en el pasado?
Cuando no hay un observador, sólo existe lo observado, no existe el juicio, ni la condena ni la comparación.
De esta forma, la mente ya no gasta energía, está alerta y tiene suficiente energía para observar atento sin conflicto alguno.
Cuando la mente se ha vaciado de todo contenido del pasado, cuando no tiene ninguna respuesta, cuando no sabe y se ha desprendido de todo, no recibe influencia alguna y no hay más resistencia, está completamente activa, vacía del pasado y libre del condicionamiento, ya no hay ilusión alguna, puede comprender la totalidad de su contenido y eso produce gran energía que no es egocéntrica ni produce conflicto.
La meditación es una manera de descartar todo lo que sabemos de nosotros mismos y del mundo porque es eso lo que produce una calidad de mente totalmente distinta; es ver exactamente lo que es sin distorsión alguna, porque la distorsión aparece cuando utilizamos el pensamiento, que es el pasado.
Por eso, para poder observarse a uno mismo y ver al mundo con claridad, intensidad y pasión, se necesita una mente muy quieta y silenciosa, porque una mente con prejuicio no puede ver.
Podemos ver entonces que uno mismo es el mundo y el mundo es uno mismo, que somos parte del mundo.
Fuente: “La conciencia fragmentada”; J.Krishnamurti.