Mundos posibles
La noción de mundos posibles es una bastante explotada, desde diversas disciplinas, tales como la literatura, la filosofía, el arte, etc. Sin embargo, aquí nos interesa esta noción desde un punto de vista filosófico. En filosofía esta noción se hizo famosa con el trabajo de Gottfried Leibniz, cobrando un gran vigor a partir de la segunda mitad del siglo XX. Pero, ¿qué es un mundo posible? Y ¿Cómo se usa? Lo veremos a continuación.
1. ¿Qué es un mundo posible?
Para entender qué es un mundo posible, lo mejor es dar un buen ejemplo. Supongamos que usted lanza una moneda al aire, para decidir qué camisa se pondrá hoy. Si sale cara, se pondrá la negra. Si sale cruz, se pondrá la amarilla. Supongamos que sale cara y se pone la camisa negra. Bien, ese es el mundo actual. Pero podría haberle salido cruz y haberse puesto la camisa amarilla. Este es un mundo posible.
Tanto el mundo actual, como los mundos posibles, son contingentes. Esto quiere decir que, para cada hecho que compone un mundo, hay una contrapartida de ese hecho en algún mundo posible y no en todos. A la noción de contingente se opone la de necesario, que es aquello que es verdadero en todo mundo posible. Necesarias son algunas verdades, como que 2 + 2 = 4. Estas no tienen que ver nada con los hechos.
2. ¿Cómo se usan los mundos posibles?
Más que decir cómo se usan los mundos posibles, vamos a hablar de cómo se han usado. Esto es, para qué fines se han postulado mundos posibles. Avisamos de que en cada caso la naturaleza de los mundos posibles se ha entendido de forma distinta. Veámoslo.
Cabe empezar por Leibniz, al que ya hemos citado más arriba. En efecto, Leibniz recurrió a la noción de mundo posible por una buena razón, a saber, necesitaba hacer verdaderas las proposiciones modales (las que incluyen las palabras «es posible», «posiblemente» o «es necesario», «necesariamente»). Un ejemplo lo ilustrará.
Si compro un boleto de la lotería, con el número 25.437, puedo decir (1)
(1) posiblemente el 25.437 resulte ganador.
Ahora bien, (1) es verdadera pero, ¿qué hace de (1) verdadera? Veamos. Supongamos que se celebra el sorteo y sale el número 02.345 y digo (2)
(2) el número ganador en el sorteo de la lotería ha sido el 02.345.
¡Vaya no me ha tocado la lotería! Pero eso no es lo importante. Lo importante es saber qué hace de (2) verdadera, con lo que veremos la dificultad de hacer verdadera (1) con los mismos medios que (2).
(2) es verdadera en la medida en que de hecho, en el sorteo de la lotería en cuestión, salió ganador el número que se dijo que saldría. Comparamos (2) con el mundo y vemos que lo que allí ocurre es lo que se expresa en (2) y, así, podemos concluir que (2) es verdadera.
Pero con (1) pasa esto otro. Sabemos que es verdadera, de hecho de otro modo no compraríamos lotería. Es más, su verdad está garantizada por el Estado. Pero, ¿con qué comparamos (1)? En el mundo actual no hay hechos con los que comparar (1), así que ¿Qué hace que (1) sea verdadera? Muy sencillo, un mundo posible en el que el número premiado en el sorteo es el 25.437. Pero, ¿existen estos mundos posibles? ¿Cómo los entendió Leibniz? Los mundos posibles de Leibniz no existen, sino que subsisten. Es decir, son estructuras conceptuales que pueblan la mente de Dios. Dios, al crear el mundo, tuvo en cuenta todas las posibilidades y se quedó con la mejor de ellas, la que más seres tenía, la más llena de seres. Este es el mundo actual o existente, para Leibniz el mejor de los mundos posibles. Nosotros, los humanos, podemos representar de forma vaga y esquemática esos mundos posibles, lo hacemos mediante proposiciones como (1).
Otro autor que puso de moda los argumentos en términos de mundos posibles, en la segunda mitad del siglo XX, fue Saul Kripke, en sus conferencias sobre El nombrar y la necesidad. Kripke tenía el objetivo de defender el Teorema de Marcus, utilizando una teoría que la misma Ruth Barcan Marcus utilizó para defender su teorema, la teoría de la referencia directa.
Según el Teorema de Marcus, todo enunciado de identidad entre nombres propios (a = b) verdadero es necesario (verdadero en todo mundo posible). Marcus, en su día, defendió que esto era así porque los nombres propios eran meras etiquetas que designaban objetos. Esta era la teoría de la referencia directa, una vieja teoría sobre el significado de los nombres, que a Marcus le sirvió para defender su teorema. Para mostrarlo llegó a afirmar que para conocer el valor de verdad de un enunciado entre nombres propios no era necesario mirar el mundo, sino consultar un buen diccionario que asignara nombres a objetos.
Kripke veía que el Teorema de Marcus era verdadero y que la teoría de la referencia directa también lo era, sin embargo, la defensa que hacía Marcus de ambos era más que defectuosa. De modo que se puso a trabajar en una mejor defensa. Su estrategia era probar que la teoría de la referencia directa es verdadera, pues es lo que necesita el Teorema de Marcus para funcionar. Para ello inventa una serie de argumentos en términos de mundos posibles.
Según Kripke los nombres propios nombran al mismo individuo en todo mundo posible en el que tal individuo exista. Por ejemplo, Benjamin Franklin fue el presidente de los Estados Unidos, pero pudo no haberlo sido. Podría ser que (3) sea el caso
(3) Benjamin Franklin nunca presidió los Estados Unidos.
Ahora bien, en el mundo actual hablamos del mismo Benjamin Franklin del que hablamos en (3). Son uno y el mismo. Por su parte, (3) es falsa en el mundo actual, pero verdadera en otros mundos posibles, (3) es contingente. Pensemos en (4)
(4) Benjamin es Franklin.
Si aceptamos la tesis de que con un nombre designamos al mismo individuo en todo mundo posible, entonces la identidad expresada en (4) si es verdadera, lo es en todo mundo posible y, por tanto, es necesaria.
El modo en que en esta explicación entiende Kripke los mundos posibles es el siguiente. Para Kripke solo existe un mundo, a saber, este mundo. Los mundos posibles son meras estipulaciones lingüísticas que hacemos sobre este mundo. Así, en su día Franklin ganó las elecciones, pero es lícito decir que podría no haberlas ganado. Es sobre el mismo individuo que ganó las elecciones de hecho, sobre el que decimos que pudo no haberlas ganado. Esto es un mundo posible para Kripke.