Las Normas Morales-Primera Parte
Lo que más movía el interés de Sócrates era el tema de la ética y las virtudes del carácter. Fue el primero en plantearse la cuestión de las definiciones universales orientando su conducta siempre hacia el beneficio de alguien, enseñando a practicar la virtud y la sabiduría, cuidando el alma y dejando de lado los propios intereses personales y considerando que este es el verdadero orden que tienen que tener las acciones, impuesto por los dioses.
Sócrates trataba de descubrir normas morales universales y constantes, y sostenía la idea de que hay una única virtud que es buena para la salud y la armonía del alma del hombre, el saber.
Esta virtud se puede aprender intelectualmente pero eso no significa llegar a tener un íntimo y auténtico convencimiento.
La enseñanza de la virtud y la sabiduría para este filósofo consiste en orientar al hombre a adquirir convicciones genuinas y así como el cuerpo tiene un origen material, la razón del hombre es parte de la mente del mundo o razón universal.
También para Platón el principal interés era el ético, insistiendo en la necesidad de que la parte racional del hombre debe gobernar todo lo demás de si mismo.
Esa parte racional del alma, obra del Demiurgo (artífice o hacedor del mundo, exento de toda maldad), es lo inmortal y divino creado a partir de los elementos del alma del mundo.
El elemento racional del alma es lo más afín al mundo inteligible e invisible, porque es capaz de contemplarlo.
La ética cristiana toma del platonismo el dualismo y la lucha interior del hombre entre el bien y el mal.
Para Platón, los hombres poseen un conocimiento a priori de las normas y de los modelos absolutos que el alma supuestamente debe haber podido contemplar en un estado anterior de preexistencia. Como ocurre con las matemáticas, que sin haber aprendido una persona puede ser inducida a enunciar sus verdades.
Platón consideraba que la facultad de aprender en el hombre era un proceso de reminiscencia. Esto hace suponer que el alma existe antes que el cuerpo y como es un principio espiritual es eterna.
Sócrates hablaba de la vida como una preparación para la vida eterna y que conforme a la conducta en este mundo sería la próxima vida después de muertos.
En los mitos, Platón propone la doctrina de sucesivas reencarnaciones y que el alma que ha logrado la sabiduría puede liberarse del ciclo de las reencarnaciones; porque este mundo para Platón no es el único ni el mejor, apenas es una copia pobre del mundo ideal.
El verdadero bien del hombre es la sobriedad y la bondad en su justa proporción y medida para poder acceder a una vida buena y feliz.
De manera que existe una sola virtud que reúne a todas las virtudes, que es el conocimiento del bien y del mal y saber cómo alcanzar ese conocimiento; y como la virtud es conocimiento y prudencia es el filósofo el único capaz de conocerla con exactitud.
Para Platón nadie elige hacer el mal sabiendo que lo perjudicará, aunque los apetitos del cuerpo pueden oscurecer transitoriamente el conocimiento del bien cuando los hombres son arrastrados por un arrebato de pasión.
El hombre puede actuar mal cuando cree que es su bien inmediato, pero sabe que en definitiva lo perjudicará.
Cometer injusticia impunemente es el peor mal que puede hacer el hombre que afectará gravemente su alma.
El hombre verdaderamente bueno es el que tiene la virtud de la templanza.
Continúa en Segunda Parte
Fuente: Colección Grandes Pensadores, «Sócrates y Platón – Vida, pensamiento y Obra», Ed.DeAgostini, España, 2007