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Filosofía de las Olimpíadas

Publicado por Malena

Filosofía de las Olimpíadas

Todo se distorsiona cuando el dinero lo condiciona

La Olimpíadas mundiales es un evento que reúne a participantes de todo el mundo y que representa una oportunidad única de unir a las naciones a través del deporte.

Confucio decía que el hombre sólo debe competir en el deporte, porque bregaba por lograr la paz en el mundo.

En sus orígenes, las Olimpíadas eran fiestas y competiciones atléticas que se celebraban cada cuatro años en la ciudad de Olimpia, en la antigua Grecia.

A partir del siglo XIX un movimiento de admiración por la cultura griega propició el restablecimiento de esta celebración, que fue impulsado por el barón francés Pierre de Coubertin, realizándose la primer olimpíada mundial moderna en 1896, en Atenas,

La segunda Olimpíada se celebró en París en 1900 coincidiendo con la Exposición Universal y en adelante, tal como ocurría en la era clásica, cada cuatro años tendría lugar esta fiesta internacional del deporte en todas sus facetas.

Solamente durante las dos guerras mundiales fueron suspendidas, reemplazando sendos conflictos bélicos el natural deseo competitivo del hombre, contiendas donde todos pierden y ninguno gana.

La era actual, caracterizada por el desenfreno, la falta de límites, el libertinaje y la pérdida de valores; y prisionera del marketing, empaña el genuino sentido de estas fiestas con rumores inquietantes.

A los deportistas y a sus entrenadores ya no les basta con los extraordinarios atributos físicos con que cuentan sino que parecen interesarse en incrementarlos por medio de recursos espurios, opuestos al espíritu de esas pruebas.

Esto indica el cambio de cosmovisión de una generación que tiende a dejar de lado los valores que sustentaban las generaciones antiguas y adoptan doctrinas facilistas y desleales para vencer a sus oponentes.

Ya no se trata de ganar una medalla o de obtener una distinción simbólica sino de vender camisetas con el nombre del auspiciante o conseguir un contrato millonario, porque el Ser es el tener.

Hasta hace algunos años las Olimpíadas eran competencias deportivas privativas de participantes amateurs, es decir, aficionados sobresalientes por sus méritos en un deporte.

En la actualidad, la necesidad de un extraordinario despliegue técnico, la adecuación edilicia que exigen y los siderales gastos que demandan estas celebraciones, ideales para explotar, ya que fomentan el turismo, impulsan la hotelería y la venta masiva de símbolos representativos y el desarrollo de la gastronomía de un país y ofrece oportunidades económicas a sus habitantes, provoca la necesidad de obtener ingresos y permite la participación de deportistas profesionale – que trabajan para obtener ganancias – desvirtuando el verdadero sentido de estas competencias.

Existen laboratorios en el mundo que actualmente se dedican a la búsqueda de un fármaco capaz de proporcionar un mejor desempeño deportivo, que no deje huellas orgánicas que puedan revelarse en la orina.

Es probable que dicho fármaco ya exista y que inclusive haya sido utilizado por algunos deportistas en estas últimas olimpíadas para ganar las competencias.

La sospecha se basa en los resultados inhumanos registrados por algunos de los más destacados participantes.

Todavía no se ha podido comprobar ninguna anormalidad, solamente se cierne sobre esta última celebración la sombra de la duda, que nos avergüenza a todos, de un delito que intenta corromper otro segmento de la sociedad, y trata de evitar un motivo de orgullo y dignidad nacional.