Santo Tomás de Aquino y la Razón
La razón y la revelación son niveles diferentes de conocimiento sin discusión.
Santo Tomás de Aquino, el exponente más notable de la escolástica, nació en el siglo XIII en el castillo de Roccasecca, en Italia.
Con una ferviente vocación religiosa ingresó a la Orden de Santo Domingo a pesar de que su familia no compartía ese ideal.
Tuvo maestros ilustres iniciando su magisterio en París. Esta ciudad, como así también Orvieto, Viterbo y Roma fueron testigos de su desempeño, tanto como maestro como siervo de la Orden.
Su trabajo como escritor fue muy fructífero por la gran cantidad de obras tanto teológicas como filosóficas que escribió durante toda su vida.
Eran un artífice de la síntesis y se reconoce que fue el que mejor comprendió la obra de Aristóteles.
Santo Tomás es el filósofo y teólogo aceptado por la iglesia, la cual incorporó sus enseñanzas.
Los Escolásticos, filósofos de la Edad Media, época oscura para la filosofía porque fundamentaban sus doctrinas en el dogma; heredaron de Aristóteles la concepción de la razón como método para llegar al conocimiento, aplicándolo con máximo rigor.
Estos filósofos, además de utilizar la deducción y la intuición racional como Aristóteles, empleaban la comparación de las opiniones diferentes.
Para alcanzar el conocimiento, Santo Tomás no sólo deduce de principios generales los principios particulares, sino que compara y critica posturas distintas extrayendo de ellas lo verdadero. Es una discusión dialéctica sobre la intuición inicial proveniente de Sócrates y de Platón.
Lo más importante de estos filósofos anteriores al Renacimiento es el método racional discursivo y Santo Tomás de Aquino, maestro clásico de filosofía porque utiliza la razón para fundamentarla y metodizarla; por sus enseñanzas, ilumina toda la Edad Media sin perder del todo su brillo en la Edad Moderna.
El carácter de ciencia que Santo Tomás dio a la filosofía permitió la continuidad en el esfuerzo racional por acercarse a Dios por medios naturales.
Las ciencias filosóficas sólo eran posibles en el ámbito de la razón mientras que las ciencias sagradas permanecían en el ámbito de la revelación.
Como Aristóteles, Santo Tomás siempre hacía referencia a la divinidad, siendo la metafísica su disciplina dilecta.
Santo Tomás parte de un mundo natural creado y de la duplicidad del Ser que se puede comprender de dos formas: como ser substancial o esencial de las cosas y como ser accidental; ambos ligados al Ser en potencia, concepto proveniente de la postura aristotélica de la realidad en acto y de la realidad en potencia.
La materia sería el modo potencial real y la forma el modo en que se actualiza y la generación se explica como el movimiento hacia la forma o el fin.
El hombre es potencia y acto. Miguel Ángel decía que sus obras maestras ya estaban en el mármol y él sólo las extraía.
Las causas de la estatua son el mármol y el artífice, pero el artífice como causa eficiente y el mármol como materia.
También el cuerpo es materia del alma y el alma es a su vez la forma del cuerpo. La materia no recibe la forma a no ser causa del fin. Por eso el fin es la causa de las causas, porque todo lo que obra tiende siempre a algo.
Las criaturas para Santo Tomás son eternas en sus ideas arquetípicas, o sea, en cuanto existen en la mente de Dios desde siempre y se identifican con Él.
Afirma que el mundo tuvo un comienzo pero no resulta contrario a la razón que haya sido creado desde siempre.
Sin embargo, este argumento es refutado por otros filósofos por no tener fundamento racional sostenible.
La filosofía de Santo Tomás de Aquino es un intento lógico, estricto, riguroso y complejo para racionalizar la fe.