La Creación según Santo Tomás de Aquino
Los seres contingentes deben su existencia a un Ser necesario, por lo tanto, fueron creados, no a partir de algo, porque no puede haber otra cosa antes, que no sea un Ser necesario, o sea Dios.
La creación de las criaturas es el principio del Ser y su relación con el creador, que no es idéntica a la relación del creador con su criatura, porque su existencia dependería de algún modo de ellas y eso es ilógico.
El Creador no puede estar relacionado con las criaturas por su substancia ya que no podría existir aparte de ellas; y además la creación sería eterna, que según la revelación no lo es; y formarían una totalidad con Dios y esto haría imposible explicar la generación y el fin de las criaturas individuales.
La relación de Dios con las criaturas puede ser una relación de razón, o sea una relación mental que el entendimiento humano atribuye a su creador.
El Creador no creó a las criaturas por necesidad alguna de la naturaleza, las creó libremente por ser totalmente consciente e inteligente, por tener pleno conocimiento y voluntad infinita, concibiéndolas como buenas, pero no como un bien necesario.
Dios creó para dar y para difundir su bondad y las criaturas pueden alcanzar su propósito y lograr lo mejor para ellas cuando manifiestan la bondad divina.
Santo Tomás creía que desde el punto de vista filosófico se puede probar que el mundo fue creado de la nada, pero no se puede probar que fuera creado en el tiempo o desde la eternidad.
Reconoce que la creación del mundo en el tiempo sólo se conoce por revelación, porque racionalmente no se puede probar si el mundo fue creado en el tiempo o desde la eternidad.
Santo Tomás (1225-1274) mantuvo esta última posibilidad, ya que no percibía contradicción en una serie sin comienzo ni fin; porque el Creador es eterno y pudo crear desde la eternidad; y lo infinito no implica pasar por una serie infinita ya que no empieza ni termina.
Como Dios es eterno, el acto libre de la creación también debe ser eterno y el efecto también.
El fin de la creación es la bondad divina que excede todo orden creado, porque no hay ni puede haber relación alguna de necesidad entre un orden determinado y el propósito de la creación, ya que la bondad divina es infinita y la creación necesariamente finita.
Uno se pregunta ¿por qué Dios hizo las cosas como son, pudiéndolas haber hecho mejor, ya que este es un mundo donde hay sufrimiento y maldad? Es un misterio.
El mal no es algo creado, es una privación del bien, dice San Agustín siguiendo a Plotino, no es algo positivo, no tiene Ser.
El mal ni siquiera lo desean los humanos porque la voluntad del hombre es necesariamente el bien.
El que hace un mal no lo desea, sólo quiere el placer sensible de un acto, incluyendo el desafío a Dios.
Al crear un mundo de naturaleza sensitiva, Dios quiso que tuviera la capacidad de sentir placer y dolor, o sea una naturaleza (un bien) que tuviera la capacidad de sufrir y cuyo orden exige la capacidad de defecto.
El mal moral puede tener su castigo para que se pueda preservar la justicia; y el mal físico es por razón de un bien, el bien del universo.
El Creador creó a sus criaturas como seres libres que pueden elegir entre el bien o su privación, no creó el mal, lo permitió en razón de un bien mayor o sea la libertad de elección.
Los males del mundo no fueron queridos por Dios sino permitidos en función de un bien mayor.
Además, Santo Tomás de Aquino, en su obra Suma Teológica, explica que Dios, en su infinita sabiduría y bondad, creó un universo ordenado y jerarquizado, donde cada criatura tiene su lugar y función específica. Este orden y jerarquía reflejan la perfección divina y contribuyen a la armonía del universo.
En este sentido, Santo Tomás argumenta que la diversidad de criaturas y sus diferentes grados de perfección también reflejan la perfección de Dios. Cada criatura, en su propio nivel, participa de la bondad divina y contribuye a la perfección del universo.
Santo Tomás también aborda la cuestión del mal en el mundo. Según él, el mal no es una entidad en sí misma, sino una privación del bien. En otras palabras, el mal es la ausencia de lo que debería ser. Por lo tanto, el mal no proviene de Dios, ya que Dios es la fuente de todo bien.
En cuanto al mal moral, Santo Tomás sostiene que es el resultado del libre albedrío del hombre. Dios creó al hombre libre para que pudiera amar y servir a Dios voluntariamente. Sin embargo, esta libertad también implica la posibilidad de alejarse de Dios y hacer el mal.
Por último, Santo Tomás sostiene que, a pesar del mal y el sufrimiento en el mundo, Dios puede traer un bien mayor de ellos. Este es un misterio que supera la comprensión humana, pero que refleja la sabiduría y la bondad divinas.