Filosofía

Tipos de carácter

Publicado por Ruben Avila

caracter«Como cosa en sí [el hombre] es la voluntad que se manifiesta en todas partes, y la muerte viene a disipar la ilusión que separa su conciencia de la conciencia universal: ahí está su perpetuidad». Así podríamos sintetizar la descripción que hace de nosotros Schopenhauer y cómo nos trata su teoría. En anteriores artículos hemos definido cuáles son sus fundamentos hasta que en el último, lográbamos entre ver una salida, aunque fuera parcial: la del genio.

Por recordar someramente lo dicho hasta ahora, Schopenhauer nos advierte de que vivimos un engaño, que nuestra representación del mundo no es más que eso una representación, y que sólo si somos capaces de levantar la tela de maya que nos oculta la verdad, podremos saber realmente lo que somos y por qué se mueve el mundo. Este motor universal no es otra cosa que la voluntad.

En la cita que hemos consignado al principio del artículo, descubrimos a la voluntad “que se manifiesta en todas partes”. Por ella luchan las especies y los individuos entre sí, que no importan en absoluto. Lo importante es el conjunto, que es lo que permite a la voluntad perpetuarse en el tiempo. Sólo si nos damos cuenta de este hecho podremos buscar alguna salida, aunque sea un resquicio, a la continua lucha por la supervivencia, al dolor, al valle de lágrimas que es el mundo que nos toca vivir.

Una primera aproximación, como vimos, es la del genio, la del arte, que consigue que nos evadamos por unos instantes. Él se convierte, cuando crea, en objeto de conciencia pura, y gracias a que nos presta sus ojos en su obra, nos permite también elevarnos sobre nuestra voluntad, aunque sólo sea por unos instantes.

Esto es lo importante: «el hombre se distingue de todos los demás fenómenos de la voluntad en que la libertad, es decir, la cualidad de no depender del principio de razón» puede surgir en él.

Tipos de carácter

Schopenhauer distingue en el hombre tres clases de carácter: el inteligible, el empírico y el adquirido.

1. Teniendo en cuenta que el hombre actúa, o puede hacerlo, razonadamente, que es (por decirlo de alguna forma) dueño de su razón, que actúa por motivos abstractos y siempre hay una cierta premeditación, «sólo el acto efectivo, que expresa la máxima inteligibilidad de su conducta, es el resultado de su voluntad más íntima». El carácter inteligible es el resultado de nuestras decisiones plasmadas en nuestros actos.

2. Los acontecimientos surgen del encadenamiento de las causas. Lo que hacemos es en virtud de nuestro carácter inteligible, pero por lo mismo que no podemos conocer a priori el destino, tampoco nos conocemos a nosotros mismos o a los demás, salvo a través de la experiencia, a posteriori. El carácter revelado de esta forma, es el empírico.

3. Por último, «el carácter adquirido, que se obtiene en el curso de la vida por el comercio con el mundo» y que es «el conocimiento más perfecto posible de nuestra propia individualidad».

Con estos mimbres, seremos capaces de conocer el mundo, a nosotros mismos, y, por ende, estaremos más cerca de la salida al dolor que domina el mundo. Ya dijimos que esta salida era la del asceta y en el siguiente artículo de la serie, finalmente, llegaremos a él.

Imagen: temperamentos.blogspot.com.es