Origen de la Filosofía – Parte II
Depende de nuestra filosofía el curso de nuestra vida.
(continuación)
A Heráclito (siglo V a. de C.) se lo llama el oscuro por la dificultad que encierran los escritos que se conservan de su obra.
Según este filósofo los cambios constantes son los rasgos básicos de la naturaleza. “Todo fluye”, decía, “Todo está en movimiento y nada dura eternamente”, “No puedo bañarme dos veces en el mismo río, porque cuando lo hago, ni yo ni el río somos los mismos”.
Señalaba: “El mundo está caracterizado por constantes contradicciones… tiene que haber una especie de razón universal que dirige todo lo que sucede en la naturaleza…tanto el bien como el mal tienen un lugar necesario en el todo”, «Como todo cambia, lo único que existe es el devenir».
Adjudicó un principio material a todas las cosas, atribuyendo realidad a lo concreto, múltiple y cambiante, es decir, a un universo formado por contrarios en constante oposición, a los que el logos, principio normativo del universo y del hombre, conduce a una síntesis armónica.
Parménides (siglo V a. de C.) fue una figura que influyó notablemente en el pensamiento occidental. Su teoría sobre el ser se presenta como la contrapartida de la filosofía del devenir de Heráclito.
Para Parménides, la única vía real del conocimiento es la razón, la del ser, cuyos atributos son la inmutabilidad, la eternidad, la indivisibilidad, la homogeneidad y la inmovilidad. Concibe al ser como una esfera compacta y rígida e identifica el ser con el pensar, afirmando que si el ser es, no puede no ser, de modo que descubre el principio de identidad: el ser es y el no ser no es, afirmación lógica en contraposición a Heráclito, que afirmaba que el ser era el devenir o sea el ser y el no ser.
El mundo sensible para Parménides es una apariencia, una ilusión de nuestros sentidos, una ilusión de nuestra facultad de percibir.
Hay un mundo sensible que es ininteligible y que no podemos comprender por la razón porque sólo es comprensible el mundo inteligible, el mundo del pensamiento.
Decía Parménides: “no necesitaré salir de mi mismo para conocer la auténtica realidad del ser… las cosas fuera de mi, el ser fuera de mi, es exactamente idéntico a mi pensamiento del ser…con sólo mi pensamiento lógico descubriré las propiedades esenciales del ser…ser y pensar es lo mismo”.
Esta es la base de la filosofía occidental.
Coincido con el pensamiento de Parménides en cuanto a la identidad entre el Ser y el pensar, porque creo que somos lo que pensamos y que hacemos el mundo a nuestro alrededor con nuestros pensamientos. Según sea mi modo de pensar así será el mundo que construiré a mi alrededor.
En cuanto a Heráclito, rescato de su pensamiento el reconocimiento de la necesidad de los opuestos y de la armonía a través de la razón universal. La vida es movimiento y cambio, cada momento es único y hay que vivirlo intensamente porque no se va a volver a repetir exactamente igual, seremos nosotros diferentes y distintas serán también las circunstancias.
(continúa en parte III)