Descartes y la sustancia extensa
Descartes no podía quedarse cautivo del pensamiento y se vio obligado a salir de si mismo como sustancia pensante y corroborar la existencia de la sustancia extensa, y aunque es cauteloso en aceptar los objetos que le muestran los sentidos, tampoco puede rechazarlos por completo.
El hecho de distinguir una cosa de otra le permite estar seguro que esa diferencia se corresponde con algo real.
La mente es una e indivisible, no como el cuerpo que está compuesto de partes, y cuando me percibo a mi mismo como cosa pensante, no me puedo concebir como un conjunto de partes sino como una cosa entera y única.
Por otra parte, existe el hecho del movimiento, las formas, los tamaños y otros semejantes que no podrían tener lugar si no fueran sustancias, por lo que esto también constituye una prueba de su existir.
Todos poseen la facultad pasiva de recibir y conocer ideas de las cosas sensibles. Esta facultad no es un acto intelectual, ya que no puede estar dentro de cada uno de nosotros, incluso se originan sin la intención del sujeto y hasta contra su voluntad.
En consecuencias, si las cosas nos afectan, forman parte de una sustancia diferente a nosotros mismos, que además naturalmente estamos dispuestos a creer que las ideas proceden de las cosas corpóreas.
No obstante, las cosas no son tal cual las percibo, según mis sentidos porque no puedo confiar en ellos. En lo que puedo confiar es en la legitimidad de las cosas que percibimos claras y distintas, o sea, su magnitud.
Por lo tanto, queda probado que las sustancias existen o sea que son extensas, cualidad que se puede medir y expresar en forma numérica.
A partir de ahora, ser una cosa material, desde el punto de vista científico significará poder ser medido y cuantificado y lo que no pueda ser medido no podrá ser conocido ni considerado.
Para el nuevo espíritu científico de la época de Descartes, ser una cosa material es algo completamente diferente de lo que significaba en la Edad Media.
No es que nieguen la existencia de las cualidades materiales que no se reduzcan a la extensión, sino que no se consideran, no se tienen en cuenta en lo que se refiere al conocimiento.
Sólo se puede conocer sin ninguna duda, todo lo que puedo entender en forma clara y distinta, o sea todas las cosas que son objeto de la pura matemática.
Para Descartes, la realidad física se reduce a la matemática, porque los cuerpos que no pueden medirse son ideas confusas.
Se sientan las bases de una geometría de la naturaleza, otorgándole existencia sólo a las figuras geométricas.
Si todo cuerpo extenso puede ser cuantificado, entonces la materia será por naturaleza divisible. Lo corpóreo no es pensado como una unidad sino como un conjunto de partes; y para conocer los cuerpos estos pueden ser divididos en elementos más pequeños, pues Descartes no cree que existan los átomos, o sea partes que no puedan ser divididas, porque si los hubiera se podrían dividir aún con el pensamiento.
De esta forma, reduciendo las cosas a números le da fundamento a la posibilidad de dividirlas en forma infinita, porque teóricamente no existen límites al número de divisiones posibles.
Este postulado metafísico fue llevado a la práctica por la ciencia moderna hasta un punto que este filósofo jamás se hubiera podido imaginar.
Fuente: Colección Grandes Pensadores, «René Descartes, Vida, pensamiento y obra», Ed. Planeta DeAgostini, 2007