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Hanson contra el agnosticismo

Publicado por Esteban Galisteo Gámez

Sobre la cuestión de la existencia de Dios nos encontramos con tres posturas: una que afirma la existencia de Dios, llamada teísmo u ontologismo; otra que niega la existencia de Dios, conocida como ateísmo, y una tercera que suspende el juicio sobre la cuestión de la existencia de Dios, al considerar que la existencia o inexistencia de Dios es indemostrable, el agnosticismo. En general, y aunque los teístas y ateos militantes sean legión, se suele asumir que la respuesta agnóstica es la más razonable per se.

Norwood R. Hanson

Norwood R. Hanson

Sin embargo, no a todo el mundo le satisface la respuesta agnóstica porque, de hecho, no a todo el mundo le parece la respuesta más razonable. Este es el caso de Norwood R. Hanson, quien criticó el agnosticismo bajo un punto de vista ateo y utilizando los recursos de la filosofía de la ciencia. Para Hanson el agnosticismo no es tan razonable como pretende. De hecho, es un punto de vista arbitrario.

Proposiciones confirmables y proposiciones falsables

Una proposición puede ser confirmada o falsada y que pueda ser una u otra cosa depende, entre otras cosas, de su forma lógica, es decir, su posibilidad de falsación o confirmación depende del tipo de proposición que es lógicamente. Desde esta perspectiva, Hanson distingue entre proposiciones universales, «todo A es B», y proposiciones particulares, «algún A es B». Las universales no son confirmables. En efecto, salvo que restrinjamos el dominio del cuantificador universal, «todos», no podemos confirmar una proposición de este tipo. Para ello, deberíamos saber si todos los A, pasados, presentes y futuros, son B. Por varias razones, tal cosa va más allá de nuestras posibilidades. Por otra parte, las proposiciones universales son fácilmente falsables: basta encontrar un A que no sea B para falsar «todo A es B».

Lo contrario ocurre con las proposiciones particulares. Estas son fácilmente confirmables, pues encontrando un solo A que sea B, queda suficientemente confirmada la proposición «algún A es B». Sin embargo, no se pueden falsar: aunque jamás encontremos algún A que sea B, siempre cabe la posibilidad que en otro tiempo o en otro lugar haya algún A que sea B.

La proposición «Dios existe»

Lo anterior es el análisis lógico de cierto tipo de proposiciones, el cual está a la base de la argumentación de Hanson contra el agnosticismo. La proposición «Dios existe», o «existe Dios», que es la que afirma el teísta, la que niega el ateo y una ante las cuales el agnístico suspende el juicio, es una proposición particular, es decir, de la forma «algún A es B» (desde un punto de vista lógico, «algún», «al menos uno» y «existe» son sinónimos). «Dios existe» es equivalente a «existe un ser sobrenatural que lo ha creado todo».

Con todo lo anterior, Hanson argumenta lo siguiente: en primer lugar, la proposición «Dios existe», en la medida en que es particular, puede ser demostrada de hecho, pero no puede falsarse desde un punto de vista lógico, tal y como se ha explicado. Confirmar este tipo de proposiciones es una cuestión empírica. Una circunstancia que podría confirmar «Dios existe», es que un ser se nos apareciera y nos demostrara que él es capaz de crear vida a partir del barro, por ejemplo (Hanson no pone este ejemplo, sino uno similar).

En segundo lugar, falsar la proposición «Dios existe», por su forma lógica, no puede hacerse mediante la experiencia, ya que no tener vivencias de la existencia de Dios, no hace falsa dicha proposición: la ausencia de prueba, no es prueba de ausencia. Para falsarla es necesaria una prueba lógica.

De este modo, tenemos que la confirmabilidad de «existe Dios» solo es posible por métodos empíricos, mientras que la falsabilidad de esta proposición depende de una prueba lógica.

La incoherencia del agnóstico

Lo que hace el agnóstico es, por un lado, tratar la proposición «existe Dios» como una proposición empíricamente confirmable y niega que la experiencia factual disponible sea suficiente para confirmarla, asumiendo su posibilidad de confirmación. Sin embargo, la proposición «Dios no existe», la trata como una proposición analítica y para su confirmación exige una prueba lógica, puesto que del hecho de que toda la experiencia disponible no avale la existencia de Dios, esta no puede ser negada. De modo, que cierta evidencia confirmaría la proposición «Dios existe», pero ninguna acumulación de experiencia la podría falsar.

Desde el punto de vista de Hanson, esto es juego sucio. El punto de vista del agnóstico es inconsistente, ya que trata la proposición «Dios existe» como si fuera un recolector de hechos y la negación de esta como si fuera un lógico. Debería tratar ambas proposiciones o como un recolector de hechos o como un lógico, es decir, exigir el mismo tipo de prueba para las dos proposiciones. En otro caso, su postura es incoherente.

Ahora bien, si trata ambas proposiciones como si fuera un recolector de hechos, tendrá que asumir que hay razones de hecho para negar la existencia de Dios, puesto que no hay evidencia que apoye su existencia, del mismo modo que negamos la existencia de vampiros, unicornios, hadas, duendes, etc. sobre la base de que la evidencia no apoya su existencia. Y si trata ambas proposiciones como si fuera un lógico, tendrá que asumir que el teísta no puede probar lógicamente la existencia de Dios, al igual que le ocurre al ateo. En otras palabras, si el agnóstico defiende que la proposición «Dios existe» no puede confirmarse, debe admitir que no puede falsarse. Ahora bien, si admite que «Dios existe» es confirmable, entonces tiene que admitir que es falsable. Los criterios que el agnóstico sigue para concederle al teísta que la proposición «existe Dios» es confirmable, son distintos de los que sigue para negarle al ateo la posibilidad de falsación de dicha proposición. En el primer caso, trata la proposición como una proposición sintética; en el segundo caso, como una proposición analítica.

Para Hanson, el agnóstico se volvería ateo en cuanto argumentara coherentemente. Es más, para Hanson el peso de la prueba recae sobre el teísta, puesto que es él quien postula la existencia de una entidad que va más allá de «los cánones ordinarios de la evidencia y el razonamiento».