Filosofía

La Paciencia

Publicado por Malena

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La paciencia es una virtud valiosa que sólo tienen los sabios, porque son los que saben sufrir y tolerar las adversidades con fortaleza y sin lamentarse.

La persona paciente es capaz de esperar pacíficamente y con serenidad cualquier cosa o situación, aún aquella que desea con más fervor; y es la que puede ser tolerante frente a los cambios o circunstancias desfavorables sin permitir que su estado de ánimo se perturbe.

La persona paciente no tiene premura, aunque se trate de algo que requiera prontitud porque está acostumbrada a operar con lentitud y a tomarse todo el tiempo que necesita para hacer las cosas como le gustan, logrando con paciencia ser más eficaz y eficiente al dedicarle toda su atención a lo que está haciendo.

El término paciencia proviene de pacífico y de paz o sea la capacidad de permanecer tranquilo, sosegado y sin hacer movimiento alguno, manteniendo solamente una actitud expectante pero imperturbable.

El que tiene la virtud de la paciencia intuye que las cosas no dependen sólo de él, sino de otras circunstancias y de otras personas, acepta la realidad tal cual es y no se empeña en cambiar nada.

La paciencia permite escuchar a los demás y esperar para pensar y luego poder decir lo que se tenga que decir u objetar; y aunque no se pudiera opinar, comentar o persuadir, la paciencia otorga la tranquilidad y el sosiego necesario para no intervenir y dejar pasar.

La paciencia es un don, porque requiere trascender a un nivel más alto de evaluación de cada situación, pero también es una actitud que se puede aprender, un modo de ver las cosas como son, sin necesidad de asociarla a ninguna emoción negativa.

El impaciente no puede renunciar a sus expectativas de inmediatez, condición que lo llena de ansiedad y lo obliga a realizar el movimiento que cree es necesario para ascelerar el proceso.

Deepak Chopra nos cuenta en uno de sus libros la trágica circunstancia que tuvo que vivir durante una entrevista que tuvo con un paciente que previamente había estado esperando unos minutos su turno, con impaciencia, en la sala de su consultorio.

Cuando lo hizo pasar, se mostró muy alterado por no haber ingresado a la hora convenida y por haber tenido que esperar.

Le dijo entonces al Dr. Chopra, que sus minutos valían oro, que él valoraba el tiempo de los demás y quién se creía que era él para hacerlo esperar.

Era un hombre con personalidad tipo A, hiperactivo, amante de los desafíos, competitivo e iracundo, candidato predilecto para sufrir de un infarto masivo al corazón. Un ejecutivo con muchas responsabilidades y obligaciones laborales, con un ritmo de trabajo intenso que apenas tenía cincuenta años.

Estaba tan perturbado e indignado por lo que consideraba una falta de consideración del médico hacia él, que comenzó a sentirse mal y a tener taquicardia. Eso era precisamente lo que le estaba pasando últimamente que lo impulsó a consultar a un médico.

Pero lamentablemente, a los pocos minutos su situación empeoró y tuvo un ataque al corazón; y a pesar de los esfuerzos del médico para reanimarlo, no pudo recuperarse y falleció.

La impaciencia lo mató, mejor dicho, el estrés que le produjo su impaciencia fue lo que lo llevó a la muerte.

La personalidad de cada uno lleva a decir, hacer y sentir cosas de un modo único. Muchos pueden llegar a darle mucha importancia a cosas que no la tienen y a sentirse superiores a los demás por sus éxitos.

Pero los éxitos económicos y la vida intensa no garantizan una buena salud, por el contrario, elevan la tasa de mortalidad por ataque cardíaco.