Equilibrio y Envejecimiento
El ejercicio tiene un efecto cuántico en todo el cuerpo, aunque sólo se ejerciten las piernas.
Un estudio realizado en los Estados Unidos demostró que las personas que se ejercitaban corriendo tenían no sólo huesos más duros en las piernas sino también en los antebrazos. De alguna forma toda la estructura ósea recibía el mensaje químico de calcificar todo el cuerpo.
El trabajo no significa necesariamente esfuerzo y transpiración sino que sirve para crear orden y evitar la entropía, o desorden; y el ejercicio físico moderado ayuda al cuerpo a restaurar su normal funcionamiento.
Antiguamente los médicos indicaban a los enfermos reposo absoluto, pero posteriormente investigaciones como las realizadas por el fisiólogo sueco, Beng Saltin, mostraron que estar más de tres semanas acostado durante las 24 horas al día, sin levantarse, producía una alteración de la capacidad fisiológica similar a 20 años de envejecimiento.
Pero lo más notable de este estudio fue que se descubrió que si se les permitía a los participantes en las pruebas, levantarse sólo cinco minutos al día, se evitaba la alteración de las funciones del cuerpo.
Del mismo modo, en todos los ámbitos de la vida, el secreto está en el equilibrio y no en el trabajo o el descanso constante.
El equilibrio para un ser humano significa tener un ritmo de vida armonioso de moderación, regularidad, actividad y descanso.
La moderación consiste en no pretender alcanzar los extremos; la regularidad implica mantener la rutina del cuerpo constante y una vida ordenada, el descanso es respetar al cuerpo cuando recibe las señales de cansancio y la actividad significa la necesidad de hacer movimiento.
Los animales respetan estos ciclos por instinto pero el hombre los puede ignorar; y al hacerlo puede acelerar la entropía o el desorden en su organismo y adelantar el proceso de envejecimiento.
Los enfermos cardíacos son un ejemplo de la falta de respeto por el equilibrio del cuerpo y de la adicción al estrés.
En Estados Unidos, desde el año 1900, la incidencia de ataques cardíacos se duplica cada veinte años. Los factores de riesgos con respecto a épocas anteriores se relacionan con el cambio del ritmo de vida y la alimentación más rica en grasas.
Por otra parte, los entretenimientos preferidos en las sociedades modernas son más sedentarios, como la televisión o el cine en lugar de la práctica de ejercicios.
La vida actual tiende a ser desequilibrada, porque se somete al cuerpo a experiencias límite ignorando que el cuerpo es amante de las rutinas y la vida ordenada. La mente es adicta a la sobre estimulación y al estrés constante y no llega a registrar las señales que emite el cuerpo cuando no respeta sus necesidades; el equilibrio exige prestarle atención, aunque la mente impulse a que se lo ignore.
La necesidad de satisfacer cada vez más exigencias materiales, lleva a hacer inhumanos esfuerzos y a no aceptar una vida con hábitos simples, como dormir ocho horas, desayunar todos los días, no comer a deshora, alimentarse con moderación, hacer actividad física, controlar la ingestión de alcohol y no fumar.
Estos hábitos sólo se pueden mantener si la persona cambia de filosofía, porque si se prioriza el trabajo y el dinero en detrimento de la salud, predomina un concepto materialista que disminuirá las expectativas de vida.
Estudios realizados en la ciudad de Los Ángeles demostraron que las personas que observaban hábitos saludables podían vivir treinta años más que aquellos que tenían costumbres dañinas.
Al cuerpo humano le gusta el orden, y es tarea de la mente respetarlo, tratando de mantener la coherencia interna e intentando hacer una vida equilibrada.
Fuente: “Cuerpos sin edad, Mentes sin tiempo”, Dr. Deepak Chopra, Ed. Vergara, Buenos Aires, Argentina, 1994