El Pseudo-Amor
Erich Fromm sostiene que el amor es una capacidad del carácter maduro, pero que la capacidad de amar de una persona depende de la influencia que la cultura a que pertenece, ejerce sobre el carácter del individuo medio.
El amor fraterno, materno y erótico en la sociedad occidental, es un fenómeno raro, porque en la realidad lo que existe son distintas formas de pseudo-amor.
En una sociedad de consumo, los valores humanos se distorsionan; el dinero y los objetos tienen más valor que el trabajo del hombre, que se transforma en una tarea burocrática y pierde el significado para el individuo.
La gente cree que su vida es libre pero en realidad no vive sino que funciona para cumplir con las expectativas de quienes satisfacen sus necesidades para ganar dinero; porque los gustos se han standarizado y pueden modificarse y anticiparse con facilidad, produciendo grandes ganancias.
Las relaciones humanas se han convertido en vínculos mecánicos de seres que funcionan como robots sin intentar sobresalir del rebaño, pensando, sintiendo y actuando de la misma forma para no sentirse diferentes y aislados.
Sin embargo, todos están terriblemente solos y se sienten inseguros, angustiados y culpables por no poder salir de esa soledad.
El trabajo rutinario es una forma de huir de ella y también ayuda a ahuyentar del hombre cualquier intento de trascendencia.
Cuando el trabajo no alcanza para ahogar al ser humano que tenemos dentro, entonces se recurre a la rutina de la diversión, necesidad que aprovecha la industria del entretenimiento; o bien se consume cambiando unas cosas por otras. Así, el hombre moderno parece haberlo alcanzado todo pero casi sin darse cuenta se ha perdido a si mismo.
Los autómatas no pueden amar, sólo pueden negociar y confiar en que la negociación sea equitativa; y el amor se convierte en un refugio para la soledad y en el egoísmo de dos.
El amor es equivalente a placer sexual, de modo que adoptando la técnica supuestamente correcta, dos personas se podrán amar.
Erich Fromm afirma que la verdad es todo lo contrario: el amor no es el resultado de relaciones sexuales satisfactorias sino que la felicidad sexual es el resultado del amor.
Las pruebas se pueden hallar en los estudios realizados sobre los problemas sexuales más frecuentes, como la frigidez en las mujeres y la impotencia psíquica en los hombres, que demuestran que la causa de estas dificultades no es la falta de conocimiento de las técnicas sexuales supuestamente correctas sino de las inhibiciones que impiden amar.
Es el temor o el odio al otro sexo lo que impide la entrega completa, no poder actuar en forma espontánea, no poder confiar en el otro.
Solamente cuando una persona inhibida sexualmente puede dejar de temer u odiar, será capaz de amar y superar sus problemas sexuales.
La gratificación instintiva de todas las necesidades no son la base de la felicidad ni garantizan la salud mental.
El amor, interpretado como satisfacción sexual mutua o el amor como refugio de la soledad, son las dos formas más comunes de la desintegración del amor en Occidente.
Fuente: “El arte de amar”, Erich Fromm, Paidós, 1985.