El Problema de la Intuición
El conocimiento intuitivo es inmediato, es la aprehensión del objeto tanto interno como externo ni bien se lo experimenta.
Existe otra clase de intuición que surge cuando comparamos una cosa con otra y formulamos un juicio; es la intuición espiritual que también comprende los juicios lógicos.
En la aprehensión intuitiva espiritual se distingue: la intuición racional, a través de la razón; la intuición emocional, mediante el sentimiento y la intuición volitiva por medio de la voluntad.
En función a la estructura del objeto se puede distinguir la intuición de la esencia que corresponde a lo racional, la intuición de la existencia, que se refiere a lo volitivo y la intuición del valor que se relaciona con lo emocional.
La historia de la filosofía occidental registra a Platón como el primero en mencionar la intuición espiritual en sentido estricto.
Se trata de una intuición material porque se refiere a realidades materiales, las ideas, que son intuidas espiritualmente por la razón.
Para Plotino, la intuición del Nus es intelectual, tal como las ideas de Platón.
Plotino destaca también la intuición del principio supremo de la realidad, o sea la contemplación mística de Dios; al igual que San Agustín y el pensamiento místico de la Edad Media.
Santo Tomás de Aquino, en cambio, continúa a Aristóteles y admite un conocimiento mediato, discursivo racional de Dios cuya existencia necesita ser demostrada.
Descartes reconoce a la intuición como un medio autónomo de conocimiento. El cógito representa una auto intuición inmediata, en la que nos experimentamos como existentes, intuición material referida a un hecho metafísico.
Pascal también reconoce a la intuición como una fuente autónoma de conocimiento y coloca al lado del conocimiento racional el conocimiento emocional.
Hume denomina “fe” a la aprehensión intuitiva y emocional; que hace posible alcanzar la certeza de la realidad del mundo exterior.
Kant sólo reconoce una intuición sensible, mientras Fichte considera que hay una intuición espiritual, intelectual, mediante la cual el yo absoluto se conoce a si mismo y sus acciones.
Schelling por su parte, define lo absoluto a la unidad de la naturaleza y el espíritu, la que es aprehendida por el hombre mediante una intuición intelectual.
Schopenhauer también reconoce la intuición espiritual que es la que permite aprehender la esencia de las cosas y que representa la base de la metafísica.
En Bergson, Dilthey y en la fenomenología de Husserl, encontramos el intuicionismo expreso.
Según la concepción que se tenga del hombre, ya sea como ser teórico, emocional o volitivo, así también se admitirá o no el conocimiento intuitivo.
Sin embargo, toda intuición en la actividad teórica debe ser legitimada por la razón; mientras en la actividad práctica, la intuición debe ser para el ser humano el verdadero órgano de conocimiento.
En términos del valor, la intuición no puede ser el fundamento último de la validez de un juicio ni en el ámbito teórico ni en el metafísico, pues en estas esferas toda intuición deberá someterse a la razón.
Desde el punto de vista metafísico todos los grandes sistemas se basan en última instancia en distintas formas de intuición.
Fuente: “Teoría del Conocimiento”, J. Hessen, Editorial Losada, 1956.