Symmetria
El concepto de la symmetria, dentro del concepto estético helenístico en general y estoico en particular, se refería a la belleza universal, a las reglas que la definen de manera general y absoluta; mientras que el decorum se refería a lo conveniente, a lo adecuado, de cada objeto, que, por tanto, variaba dependiendo del objeto referido. Más concretamente, el segundo término iba dirigido, aunque no en exclusiva, a la belleza humana y de sus creaciones.
La primera concepción tiene una raíz claramente pitagórico-platónica, ya que casa perfectamente son su idea, ya no sólo de la belleza, sino del mundo en general. Recordemos sino el mundo de las ideas que nos presentó Platón, del que según él nuestro mundo no es más que mero reflejo. En ese mundo las ideas son absolutas y eternas. Allí no encontramos a los seres humanos, sino a la humanidad, no encontramos lo bueno sino el bien y, claro, no encontramos lo bello, sino la belleza. Perfecta y absoluta. Lo que, es fácil de comprobar, casa perfectamente con el concepto de symmetria pero en absoluto con el de decorum. Este segundo tiene que buscar otra tradición, enfrentada a la platónica, como es la de Gorgias y los sofistas. Aquella se emparenta con el arte arcaico; éste, con el arte posterior, iniciado por Eurípides y los artistas del siglo V, más individual.
Curiosamente, la idea socrática de la belleza como adecuación a su fin, tiene que ver más con el decorum que con la symmetria, a pesar de que fue maestro de Platón y enemigo de los sofistas. Pero, claro, en el mundo del pensamiento no conviene creer en compartimentos estancos, ni en bloques monolíticos.
Finalmente, Aristóteles, discípulo del discípulo de Sócrates, coincidía con ambas teorías, no las veía completamente incompatibles; como, por otra parte, así hacían los estoicos, lo que hemos visto en anteriores artículos. Para estos últimos ambas ideas eran igualmente apreciables.
Así, Plutarco escribió que «porque no es lo mismo imitar algo bello e imitar algo bellamente; en efecto, “bellamente” significa “conveniente y apropiadamente”, y lo feo es apropiado y conveniente a lo feo».
Claro, por un lado está lo bello, la symmetria, y por otro, lo conveniente, el decorum. Por eso, lo feo puede participar de lo segundo, pero no de lo primero. Si se quiere representar la fealdad hay que remangarse y hacerlo adecudamente y, entonces, se hará bellamente, aunque no haya rastro de lo bello. Por supuesto, la belleza participa de ambos conceptos, o, quizás mejor, la belleza es participada por ambos.
A decir de Tatarkiewicz, una diferencia fundamental entre symmetria y decorum es que los antiguos buscaban la primera a través del pensamiento, del cálculo y de la comprensión; mientras que al segundo se acercaban a través de intuición y talento.
Y esta idea, al margen de lo ostensible, es importante porque introduce un elemento irracional en el campo de la estética, puesto que a la belleza, o a una parte de ella, se puede llegar a través de la intuición que no resulta el mejor representante para la racionalidad.
Imagen: flam3editor.deviantart.com