Historia de la estética (VI): San Agustín de Hipona
Tras ver la estética de Plotino, el filósofo Jedi neoplatónico, terminamos el periodo correspondiente a la antigüedad en nuestra historia de la estética. Pasamos así a la Edad Media, la cual comienza con San Agustín, quien pasó de ser un mujeriego y juerguista retórico pagano a un santo obispo de la Santa Iglesia, bueno fue más que eso, fue uno de los Padres de la Iglesia.
Distintos conceptos de belleza
Aunque no es mucho lo que se sabe al respecto, lo cierto es que en las Confesiones hizo mención a dos conceptos de belleza que aparecían en una obra suya hoy desaparecida. El título de esta obra era De pulchro et apto. Allí distinguió entre una belleza de las cosas en tanto que forman un todo y otra belleza de las cosas en tanto que son partes de un todo.
La metafísica de San Agustín
Al igual que ocurría con Plotino, San Agustín integra su teoría del arte en una concepción metafísica de corte neoplatónico. Su metafísica se asienta sobre cinco conceptos básicos: unidad, número, igualdad, proporción y orden. El concepto más básico de la lista es el de unidad, es básica tanto si hablamos de la realidad como si hablamos de arte. la igualdad, la proporción, la medida y el número surgen a partir de la semejanza. Estas se originan gracias a que, por un lado, existen cosas individuales («unos») y, por otro, la posibilidad de compararlas, identificándolas por relaciones de semejanza.
Por su parte, el orden surge a partir del número, entendido este orden como ordenamiento de partes iguales y desiguales en un todo, el cual está integrado conforme a un fin. A partir del orden surge un nuevo nivel de unidad, emergente respecto de las totalidades heterogéneas que se armonizan o disponen simétricamente a través de ciertas relaciones internas de semejanza entre las partes constituyentes.
El juicio estético
Una de las cuestiones más interesantes tocadas por San Agustín, que de santo tenía poco, es la del juicio estético. En primer lugar, según el obispo de Hipona, la percepción de la belleza conlleva un juicio estético de carácter normativo. Es decir, percibimos los objetos y los juzgamos en función de lo que deben ser o no deben ser, en función de que estos estén ordenados o desordenados. Ahora bien, ¿cómo sabemos que aquello que se percibe está ordenado o no, conforme a cómo deben ser las cosas? Desde luego, la percepción no responde a esta pregunta. Para San Agustín llevamos, como espectadores de obras de arte, un concepto del orden ideal y perfecto, el cual nos ha sido dado por la «iluminación divina». Dado que el fundamento del juicio estético es, en última instancia, la inspiración divina se acepta… los cristiano creyentes ortodoxos aceptan o estarían dispuestos a aceptar, que el juicio estético es objetivamente válido.
San Agustín y la verdad en literatura
San Agustín propuso en sus Soliloquios (387 d. C.) una distinción entre los diferentes tipos de engaño o mentira. Distingue entre las ilusiones, las simulaciones y los personajes de las ficciones. Estos últimos son irreales pero pretenden serlo por la voluntad del poeta, no del personaje mismo, que carece de voluntad.