La Intención
La fuerza de la intención es la que mueve al universo y la que posee el poder infinito de organizar todos los fenómenos.
Los seres humanos formamos parte de un todo y cuando sus intenciones son claras, tienen los elementos que se necesitan para que se cumplan.
El ego es el que obstaculiza el camino de la realización de toda intención, porque desea esforzarse, conseguir las cosas por sí mismo, y es solamente cuando se rinde cuando la fuerza de la intención actúa.
Las intenciones atraen elementos y fuerzas, sucesos, situaciones, circunstancias y las relaciones que necesitamos para lograr un resultado; pero lo más importante es que no exigen preocuparse por los detalles, porque esmerarse demasiado puede resultar inconveniente.
La inteligencia del universo, de la cual formamos parte, sincroniza las acciones para que se cumplan las intenciones.
Es una fuerza poderosa y tan real como la fuerza de gravedad, de la cual tan poco sabemos todavía y que a pesar de que aún no la entendemos, funciona.
La intención necesita estar conectada con su fuente, concebida ya sea como inteligencia, espíritu, o el todo.
La conexión se establece concentrándose en la oración o la meditación, y cuando se alcanza un nivel de conciencia más alto cualquier cosa que se intente, hasta la más mínima, se cumple.
Existen personas que están tan habituadas a conectarse con la inteligencia superior que todas sus intenciones se manifiestan; aunque es más acertado decir que cuando existe esa conexión, el ser humano adopta con agrado todas las intenciones del universo, porque las intenciones de ambos coinciden. De manera que si nos ajustamos a la intención cósmica crearemos armonía entre la propia intención y lo que el universo quiere para nosotros.
Para lograr este nivel de conciencia es necesario desarrollarse espiritualmente y esto es posible hacerlo en cualquier parte, practicando la conciencia atemporal y la intención espiritual.
Las intenciones no son caprichos porque requieren atención y desapego, o sea siendo capaces de no comprometerse con los resultados y dejando atrás todas las aflicciones para poder tener intenciones puras.
Así es como comienza a funcionar la sincronicidad y cómo llegan a producirse los que llamamos milagros.
La mejor manera de comenzar a crear esta armonía entre el mundo de los fenómenos y el del espíritu es adoptando una actitud agradecida por todo lo que hay en nuestras vidas y por la oportunidad de participar en este universo.
Nuestras intenciones pueden incluir deseos materiales, de relaciones y otras gratificaciones; incluso se puede desear abundancia para uno mismo y para nuestra familia y también cualquier cosa que complazca nuestros sentidos, incluso satisfacciones profesionales.
A medida que las intenciones se van cumpliendo los intereses egoístas irán desapareciendo ni bien se va tomando conciencia que se puede tenerlo todo.
Podemos imaginar que con nuestra intención curamos a los que están enfermos, llevamos alegría a los que están tristes, transformamos éxitos en fracasos, damos fortaleza a los débiles y esperanza a los desesperados; influimos en la naturaleza provocando lluvia o alejando a las nubes o que cada uno de nuestros pensamientos está beneficiando a alguien.
Fuente: “Sincrodestino”, Deepak Chopra.