Krishnamurti y la Búsqueda del Placer
Todos vivimos nuestras experiencias y nos comunicamos con los demás influenciados por nuestras ideas, creencias o prejuicios. Tanto es así que los que nos conocen pueden predecir nuestro comportamiento.
Krishnamurti nos dice que tenemos que recuperar la objetividad en el diálogo para poder comprendernos mutuamente y lograr la verdadera intimidad en una relación; porque el conflicto lo genera la brecha entre las ideas preconcebidas y la realidad.
Para poder llegar a este estado de claridad mental nos propone que es necesario aprender a ver las cosas como son en si mismas y no a través del velo de nuestros preconceptos.
Las imágenes que tenemos de las cosas y de las personas nos impiden verlas como realmente son; y si podemos eliminar las imágenes también podríamos eliminar el conflicto.
Afirma que la gente se refugia en sus ideas porque tiene miedo de enfrentar la realidad como es, y esconde su enojo, envidia y violencia, obligado a vivir comparando lo que es con lo que cree que debe ser.
El interés y la dedicación hacia uno mismo y la necesidad de satisfacción nos llevan a vivir una vida de males y miserias, porque el placer como objetivo esencial tiene su raíz en la indiferencia y el dolor.
Es necesario observarse y analizar las propias creencias para llegar a saber cuál es nuestro más profundo interés en la vida y dejar de estar tan centrados en nosotros mismos.
El hombre actual necesita sentirse satisfecho, teniendo poder, realizándose profesionalmente, teniendo una casa, un auto, una esposa o un hijo.
Para conseguir todo esto, somos agresivos, Los políticos son agresivos, los grandes personajes son agresivos, los hombres ricos y poderosos son agresivos; hasta la gente común es agresiva.
Krishnamurti nos dice que el miedo puede ser la causa de la agresividad, miedo a no ser nadie y de ser maltratado. Porque en la sociedad se trata con cortesía al rico y poderoso y no se tiene ninguna consideración con los que no tienen una posición destacada.
Por esta razón, tener una posición de privilegio se ha convertido en un hábito, o sea que es el contexto social el que nos torna agresivos.
El hacinamiento también es un factor que pone a la gente agresiva, porque el hombre, como los animales también tiene instinto territorial.
La presión de la sociedad, los adelantos tecnológicos actúan sobre las personas y les quitan su libertad interna y externa produciendo frustración y estallidos de violencia.
El hombre también tiene miedo a la relación, porque anhela la continuidad y la agresividad le atenúa el temor.
Puede aceptar su situación con resignación o huir de ella, en cambio lentamente va perdiendo toda sensibilidad porque se ha habituado a ello.
Cuando el temor no se enfrenta los seres humanos se vuelven insensibles a todo y duros por el miedo.
Para poder salir de ese estado, tengo que ser consciente de mi indiferencia y decidir renunciar a ese modo de vivir.
Estar atento y estar dispuesto a enfrentar la posibilidad del dolor, porque perseguir el placer ha sido la causa de la indiferencia. No rehusar el placer sino no someterse a él.
Para lograrlo, hay que aprender a mirar sin prejuicios, porque el placer surge cuando se introduce el pensamiento, que es producto de la memoria.
De esta manera la mente se vuelve altamente sensible y disciplinada y no hay represión. Porque el anhelo de continuidad del placer lo da el pensamiento.
Además, Krishnamurti nos insta a cuestionar nuestras propias creencias y a no aceptarlas ciegamente. Nos invita a explorar nuestras propias mentes y a descubrir nuestras propias verdades. Este proceso de auto-indagación puede ser doloroso y desconcertante, pero es esencial para liberarnos de las cadenas de nuestras creencias limitantes.
Krishnamurti también nos recuerda que la verdadera libertad no se encuentra en la acumulación de bienes materiales o en el logro de metas externas, sino en la liberación de nuestros miedos y deseos internos. Esta libertad interna nos permite vivir con autenticidad y plenitud, sin la necesidad de buscar la aprobación o la validación de los demás.
Además, Krishnamurti nos anima a vivir en el presente y a no quedar atrapados en el pasado o en el futuro. Nos recuerda que el pasado es solo un recuerdo y el futuro es solo una proyección de la mente. Solo en el presente podemos experimentar la vida directamente y responder a ella con creatividad e inteligencia.
Finalmente, Krishnamurti nos desafía a vivir sin miedo. Nos recuerda que el miedo es una creación de la mente y que podemos liberarnos de él al enfrentarlo directamente. Al hacerlo, podemos descubrir una nueva forma de vivir, una que está llena de amor, compasión y entendimiento.