Filosofía
Inicio Filosofía Oriental El Pensamiento es el pasado

El Pensamiento es el pasado

Publicado por Malena

el pensamiento  es el pasado

El pensamiento es un mundo de ideas, de conceptos, de imágenes; es una realidad dentro de cada uno de nosotros sin relación alguna con el real vivir cotidiano.

El hombre tiene ideas, conceptos, ideales de cómo deberían ser las cosas. Pero la realidad de la vida no es un concepto, está allí como es, no necesita intermediarios; es la vida que vivimos todos los días.

Los conceptos no se necesitan, porque es necesario comprender los hechos tal cual son.

El hombre sufre de soledad y miedo, emociones que ensombrecen su perspectiva, su pensar y su forma de actuar.

El concepto no me libera de la soledad, el temor o la violencia, sin embargo vivimos en un mundo de conceptos e ideologías.

Cuando tenemos un sentimiento de envidia, nos damos cuenta que es envidia porque lo hemos experimentado antes.

El pensamiento tiene continuidad porque es la respuesta de la memoria, contiene los recuerdos de la tradición, del conocimiento, de la experiencia, de las presiones, de las influencias, que nos permiten reconocer lo que estamos sintiendo ahora.

El pensamiento es el centro, el resultado del tiempo en una cultura. El centro es la conciencia que posee bordes que reconoce como el Yo.

El centro trata de extender el espacio que percibe como conciencia para ampliarlo, pero mientras exista un centro habrá limitación. Por lo tanto el centro no podrá ser libre.

La gente vive prisionera de sus preocupaciones, de su trabajo, de sus tradiciones, pero tiene el deseo de expandirse, de ir más allá de todo eso, y no puede, entonces se vuelve violenta.

Para lograr expandirse no se necesita tomar drogas ni alcohol, ni identificarse con una idea, un ideal, o un concepto.

El centro, que es pensamiento, piensa que puede vivir de una manera diferente y trata de expandirse por medio de la identificación con algo, como la nación, la familia, el grupo, la cultura, pero sigue prisionero dentro de un espacio y tiempo limitado.

Vivimos en la prisión de nuestro pensamiento, ya que necesitamos la memoria y también vivir plenamente en este mundo, ejercitando el cerebro, la lógica, la verdadera disciplina.

Lo importante es aprender a ver, con sentimiento, para poder actuar, ver las cosas tal cual son sin el centro, o sea, sin los prejuicios, las tradiciones, la cultura, etc.

De esa manera la mente se vuelve extraordinariamente sensible y alerta, mediante la simple observación del movimiento del pensar.

Ver con claridad es comprender totalmente, sin obstrucciones, barreras, pantallas, ni nubes.

Pensar es la respuesta de la memoria, es el pasado, lo viejo y no ayuda para entender el presente.

Si uno rompe con el pasado se vuelve más sensible y puede ver con claridad la realidad como realmente es.

Por un lado necesito el pasado en lo que se refiere a los adelantos tecnológicos, pero en otros aspectos debo liberarme de él, y esta división convierte al hombre en un ser fragmentado.

Para que no haya fragmentación, la mente tiene que estar en silencio, vivir en el ahora, día a día, siempre en el presente activo, comprendiendo en el presente lo que está pasando ahora, no en el pasado.

Los padres deben enseñar a sus hijos a ser sensibles y contestarles lo que cuestionan diciéndoles por qué hacen las cosas, de modo que no necesiten de la autoridad para actuar, nunca más.

Esta es la única forma de vivir.

Fuente: La Persecución del Placer, El Despertar de la inteligencia (Vol.II), J. Krishnamurti, Ed. Sirio S.A., Barcelona