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Contra el escepticismo

Publicado por Ruben Avila

contra el escepticismoPor recuperar la serie de artículos en el que nos propusimos sintetizar las principales ideas epicúreas en cuarenta tesis, os hablábamos en el último de quién era el sabio para los seguidores de Epicuro, y para él mismo, claro. Siguiendo las cinco tesis que os mostrábamos en él podíamos asumir que es alguien justo, que no se perturba —digamos que es bastante imperturbable—, que no teme a la fortuna puesto que todo lo que espera de la vida lo ha cultivado en su interior, donde aquella no puede penetrar y que es consciente de los límites de la carne y no tiene miedo de la muerte ni de los astros, de ahí que resulte tan imperturbable, claro.

Así que hecho el pertinente repaso a lo último que dijimos, pasemos ya a las cinco tesis que tenemos para hoy:

22. Nuestras opiniones deben fundamentarse racionalmente, es necesario que reflexionemos sobre el fin propuesto y busquemos la evidencia de lo que mantenemos. De lo contrario, nos dirán los epicúreos, no habrá nada que no nos parezca confuso e incierto. Viviremos en una especie de nebulosa que no nos permitirá defender ninguna idea.

Esta tesis, sin mucho esfuerzo, la podemos entender como un ataque hacia los escépticos, sobre los que ya hemos tratado, que pensaban que defendían la suspensión del juicio, puesto que no había, en última instancia, ninguna esencia de las cosas que se pudiera demostrar.

23. Si se llega al extremo de negar todas las sensaciones no se tendrá ninguna baliza, ningún punto de apoyo para juzgar las que se dice que son falsas, ya que se debe partir de una o varias sensaciones para juzgar, aunque sea por comparación.

Esta tesis también parece un dardo envenenado contra el escepticismo, sin embargo, como también vimos, los escépticos no negaban las sensaciones. Por ejemplo, no negaban que viésemos sino que no podíamos saber ni el por qué ni cómo veíamos; lo que sí negaban es que pudiéramos asegurar que la miel es dulce, por poner un supuesto, sino que sólo deberíamos decir que parece que lo es, puesto que la verdad nos es incognoscible.

24. Si se rechaza cualquier sensación, así, en bloque, sin «distinguir lo opinado y lo añadido y lo ya presente en la sensación y en los sentimientos y cualquier proyección imaginativa del entendimiento» se confundirá cualquier sensación con opinión, incluso con la más vana, eliminando cualquier posibilidad de juicio.

Claro que, si al contrario, se pretende afirmar de manera segura todo aquello que forma parte de “lo añadido” en “cualquier proyección imaginativa del entendimiento” no saldremos del error.

Aquí vemos como la andanada no sólo va dirigida a los escépticos, sino a cualquiera que traiciones la tesis 22, que nos conminaba a fundamentar racionalmente todas nuestras opiniones.

25. Todos nuestros actos deben ser acordes con el fin de la naturaleza, para que nuestras acciones sean consecuentes con nuestros razonamientos.

26. Cualquier deseo que no nos produce dolor en caso de que no se satisfaga hay que concluir que no es necesario, así que podemos eludirlos en el caso de que descubramos que son de difícil consecución.

Imagen: diosesimaginario.com