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Séneca sobre la brevedad de la vida

Publicado por Malena

Séneca sobre la brevedad de la vida

La mayoría de la gente se queja porque la vida es breve y porque el tiempo parece correr velozmente, principalmente para aquellos que se acuerdan tarde de vivirla.

Séneca decía que no es que la vida sea corta sino que más bien somos nosotros que perdemos el tiempo.

Según él, tenemos el tiempo justo para realizar lo que es importante, de modo que la duración de la vida depende del uso que hagamos de ella.

Cuando la vida se ha dilapidado en cosas inútiles, en el momento de abandonarla sentiremos que se nos ha escurrido de las manos.

La vida ofrece muchas oportunidades a quienes la aprovechan y saben vivir en forma recta, porque la naturaleza es sabia no mezquina.

Muchos viven dominados por la avaricia, otros haciendo cosas inútiles o atontados por la bebida; hay quienes se dejan llevar por la inercia y también están los que arriesgan sus vidas en la guerra peleando por intereses ajenos.

Algunos eligen ser esclavos de quienes los dominan, otros pierden la vida por ser envidiosos o por odiarse a si mismos y también están los que no disfrutan de los placeres de la vida. Pero la mayoría no saben qué hacer con su vida.

El tiempo pasa si, pero no la vida, cuando las riquezas comienzan a pesarles demasiado o cuando se entretienen viviendo vidas ajenas y no tienen tiempo para escucharse a si mismos.

Los genios no dejan que nadie intervenga en sus vidas por nada del mundo, ni se preocupan por el dinero, pero hay muchos que consideran más importante su patrimonio que perder su tiempo.

Séneca nos dice que en el balance último, recién nos daremos cuenta del tiempo que perdimos litigando en los tribunales, discutiendo, peleando, en conversaciones banales con gente que no nos interesaba, con clientes molestos, preocupándonos por el dinero, con enfermedades que provocamos nosotros mismos o cumpliendo con inútiles obligaciones sociales.

Si restamos todo este tiempo desperdiciado de nuestras vidas podremos ver que sólo vivimos pocos años, muchos menos de los que tenemos según el calendario.

¿Cuánto tiempo nos perdimos por tener miedo, sufriendo dolores inútiles o sumergidos en locas alegrías, cuándo nos atrevimos a ser libres de espíritu y dónde están los frutos recogidos?.

Si hemos perdido el tiempo en todas estas cosas, entonces es verdad que la vida es breve.

Séneca se pregunta ¿por qué la gente pierde su tiempo en cosas banales que no le aportan nada y que la hacen sentir vacía? Él cree que es porque no se detienen a pensar que cuentan con un tiempo limitado que siempre es menor de lo que creen.

El hombre tiene muchos miedos porque es mortal pero también tiene ambiciones de inmortales.

No se puede dejar para la vejez la vida virtuosa o decidirse a vivir plenamente recién cuando se es viejo porque ninguno tiene garantía de ser longevo.

La tranquilidad y la paz interior son los bienes más preciados, por lo menos eso es lo que está deseando la gente más poderosa en lugar de todos sus bienes, y viven anhelando volver al llano para por fin estar tranquilos, si fuera posible y seguro.

Cicerón se consideraba semi esclavo porque no podía gozar de una libertad total y sólida ni tampoco ser dueño de si mismo.

Hay muchas personas que son consideradas felices por los demás pero sus actos nos demuestran que son desdichados.

Séneca estaba convencido que si la vida durara mil años igual se vería reducida a su expresión más breve, porque sólo la razón la prolonga y el hombre desde que existe ha tenido vicios.

Cuanto más disipado esté el espíritu en banalidades, menos capacidad tendrá el hombre para hacer cosas grandes, porque vivir es el arte más difícil.

La vida de los ocupados en mil cosas es la más corta, entonces se quitan la edad, fingen ser más jóvenes, quieren vivir muchos años, porque en realidad no han sabido vivir y le temen a la muerte, que para ellos no representa una salida después del suficiente curso de la existencia, sino una expulsión antes de estar preparado.

El sabio, en cambio, no tendrá ninguna duda en entregarse a la muerte decidido.

Fuente: Colección Grandes Pensadores, «Séneca – Vida, pensamiento y obra», Ed.Planeta DeAgostini, 2007