Filosofía de Vida
Es imposible vivir la vida, sin una filosofía.
Cuando un niño tiene la experiencia de la pérdida física de una persona que ama, le suele preguntar a sus padres dónde está esa persona que ahora ya no existe.
Sin duda es una de las preguntas más difíciles que puede hacer un niño, ya que puede haber tantas respuestas como personas hay en este mundo. Porque es cierto que cada ser humano tiene su propia filosofía de la vida porque sólo cree lo que desea.
Un niño necesita saber lo que verdaderamente su padre piensa sobre qué es la vida para él y lo que imagina o cree que significa la muerte.
Si su verdad es que no lo sabe y no desea imaginar nada, puede hacerlo, porque los niños aman la verdad y porque no necesariamente pensarán igual.
Un niño tiene en si mismo la verdad y buscará quedarse con la versión que más se le parezca.
Otros preferirán no escuchar su voz interior y se quedarán con las verdades de la tradición, que es lo mismo, aunque siempre es mejor creer por convicción que por tradición.
Se han hecho encuestas a los feligreses, en la puerta de las iglesias al terminar los oficios religiosos, preguntándoles si creían en el cielo como el siguiente destino del alma.
El resultado de las encuestas demostró que la mayoría no creía en la existencia de un lugar como el cielo, donde supuestamente se encuentran las almas de los fallecidos, sino en cosas diferentes.
Esto comprueba que cada persona tiene su propia filosofía de la vida a partir de elementos que selecciona de la realidad que da lugar a una única e individual forma de pensar.
Todo hombre tiene la intuición de haber existido siempre, hasta el punto de no poder concebir el fin de la vida física como algo permanente; y aunque no crean en Dios, se aferran a un código ético con igual fervor, reconociendo el orden natural como la única fórmula para la supervivencia.
Una filosofía de la vida es una filosofía de la muerte, porque es la muerte lo que le da sentido a la vida.
La esperanza es lo último que se pierde en esta vida, porque no se puede vivir sin esperar algo mejor, y según las expectativas es lo que en la vida se logra.
El fenómeno de la vida es aún una incógnita. ¿Qué es lo que hace que los elementos en la naturaleza tiendan a unirse para formar otros perfectamente organizados? Porque ese es el fenómeno de la vida desde el nivel de los organismos más simples hasta el más complejo.
El concepto científico actual propone que todo el Universo está vivo y que no existe nada sin vida. Una piedra está viva porque está formada por los mismos átomos que toda la materia y a nivel atómico está en movimiento; y la vida es movimiento.
Desde este punto de vista es imposible estar muerto, por lo tanto es posible que de alguna manera el fenómeno de la vida sea eterno.
Mientras tanto, en el aquí y ahora, tenemos una vida humana, la más alta expresión de complejidad viviente. Unos privilegiados en la escala natural, que además poseen el don del libre albedrío.
Sin embargo, pocos están conformes consigo mismos ni con la realidad que viven.
Si esta realidad de la vida es sólo un proceso natural, una inteligencia plasmada en cada cosa para organizarse de la mejor manera posible y que evoluciona siempre hacia un estado de plenitud superior, como ocurre en la naturaleza, este hecho de por sí es algo maravilloso que seguramente, por simple lógica nos deparará siempre algo mejor.
También puede ser que la vida sea sólo un pensamiento y que la realidad no exista. De esa manera se puede explicar cómo se pueden cambiar las cosas con sólo cambiar nuestra forma de pensar.
De cualquier manera, si existe o no existe la realidad no importa, porque lo que importa somos nosotros mismos, nuestras vivencias, nuestros sentimientos, y nuestra esperanza de crear un mundo mejor y la oportunidad que tenemos de poder hacerlo sólo con nuestra intención.