Filosofía

Justicia

Publicado por Ruben Avila

justiciaHay tres clases de deseos, según los epicúreos: los que son naturales y necesarios, los que son naturales pero no necesarios, y los que no son ni naturales ni necesarios. Resumiendo lo máximo posible, esto es de lo que hablamos en el último artículo que dedicamos al epicureísmo y sus 40 tesis — para el que no nos haya seguido hasta aquí, hace unas cuantas semanas nos propusimos sintetizar el epicureísmo moral en cuarenta tesis, de las que ya hemos visto treinta—.

Así que vamos a seguir con el propósito, un artículo más, y vamos con las cuatro siguientes:

31. Según la naturaleza lo justo es:

Es decir, la justicia es una convención humana, idea que siglos más tarde desarrollará el británico David Hume.

Así las cosas, es una decisión entre humanos miedosos de sufrir algún mal de parte de otro humano, lo que lleva a acordar en determinados casos qué es la justicia. Por lo que no la habrá entre los poderosos y los débiles, si aquellos no temen recibir ningún mal o daño de estos. Es el miedo a la violencia, a la posible violencia, ejercida de otro sobre nosotros, lo que nos conminará a buscar un pacto que llamar justo.

32. Por tanto, para todos aquellos animales que no pueden acordar un pacto —al parecer, todos a excepción de los humanos— para no dañarse unos a otros, no se puede decir que haya justicia, no se puede decir que haya algo justo o injusto.

Y por lo mismo, tampoco existirá para todos aquellos pueblos «que no pudieron o no quisieron» llevar al cabo alguno de esos pactos de no agresión. Es decir, de nuevo, los pueblos débiles no pueden esperar ni exigir ningún tipo de justicia respecto de los poderosos. Sólo existe la justicia entre iguales o entre miedosos.

33. En un primer momento justicia era solamente eso, un pacto de no agresión, de no sufrir ni infligir daño alguno. Así que no se podía decir que era algo por sí misma, sino según las circunstancias, los momentos y las relaciones surgidas. Este sería su fundamento, aunque con el tiempo se haya podido convertir en algo más por la existencia de una serie de normas fijadas a la luz de las cuales se pueda determinar qué es y qué no es justo.

34. Siguiendo lo anterior, la injusticia no es mala por sí misma, sino por el miedo a ser descubierto y castigado. Es por el temor a ser pillado que se tiene que esquivar lo que se considera injusto. De lo contrario, como pasaba con la justicia y los poderosos y débiles, se puede cometer injusticia sin ningún cuidado.

35. Pero resulta que aquél que “viola furtivamente” algún acuerdo —del tipo que estamos hablando, a saber: no dañar ni ser dañado—, no puede estar seguro de que su actuación pasará inadvertida, aunque haya pasado inadvertido durante años. Por lo menos, no podrá estar seguro hasta que muera, claro.

Imagen: consejos.ahorro.net/2012/12/17/tasas-judiciales-de-gallardon/justicia