Lo que somos
Gracias al avance de la ciencia, de todas sus ramas, consideramos que hemos conseguido grandes logros, sobre todo a la hora de entender y controlar la naturaleza. El conocimiento trae consigo una gran responsabilidad, y si hacemos caso al génesis un gran castigo, pero es cierto que no todo por igual. Parece que la capacidad de construir bombas atómicas es más problemática que la de construir ruedas. La primera puede acabar con la vida humana en este planeta o, cuanto menos, terminar con muchas vidas particulares; la segunda, si bien es cierto que los tanques o aviones de guerra llevan ruedas, no parece que conlleve semejante riesgo.
En este sentido surgen voces que alertan sobre los males, o por lo menos cuestiones problemáticas, que conlleva el estudio o, mejor dicho, la manipulación de la genética.
Lo que somos
Los avances en el conocimiento de los genes ha traído consigo la posibilidad de manipularlos, y es de suponer que la técnica mejorará en el futuro, de manera que se pueda determinar, en el momento embrionario, qué características físicas tenga el bebé y la persona en que se convierta éste. En la actualidad la capacidad de manipulación es limitada pero desconocemos hasta qué punto llegará en el futuro.
A este respecto, el filósofo alemán Jürgen Habermas asegura que la manipulación genética supone un ataque frontal a lo que somos, a la manera en la que los seres humanos se entienden, a la autocomprensión de la especie humana.
Nosotros, en la actualidad, hacemos una separación evidente entre nuestras decisiones, lo que depende de nosotros, y lo indisponible, aquello que es parte de nosotros pero no ha sido elegido conscientemente. Es decir, diferenciamos entre lo que es y lo hecho, entre lo natural y lo construido. Sin embargo, lo que posibilitará la biogenética es que no haya nada ajeno a la construcción. Si hasta ahora lo manipulable era la naturaleza, de la que hacíamos uso, ahora el ser humano se convertiría en parte de naturaleza que se puede manipular.
Si unos padres eligen que su hijo sea rubio, de metro ochenta y tres, con una muy buena capacidad matemática pero sin un cuerpo atlético, ¿qué sucederá cuando ese hijo se entere de que nunca será buen futbolista por la elección de sus padres? El ejemplo, naturalmente, se puede modificar añadiendo cualquier característica.
Pero es que incluso aunque coincidan las preferencias de los padres y de los hijos, ¿cómo sentirán éstos cuando sepan que son fruto de una manipulación genética? Bien, tal vez, tampoco es de extrañar, cuando todos los seres humanos sean fruto de dicha manipulación lo verán con normalidad.
Los post-humanos
Pero, ¿no ocurrirá que las preferencias de los padres sean tan diversas, fruto de lo que Habermas llama “liberalismo genético”, que los humanos resultantes también lo sean? No es de extrañar que los padres eleven su imaginación y doten a sus hijos de las características más extravagantes o, cuanto menos, tan diferentes entre sí que sea difícil hablar ya de humanidad, puesto que puede ocurrir que no tuvieran nada en común dos individuos que surgieron de la misma especie.
¿Este es el futuro de la humanidad? ¿Será la próxima línea evolutiva? ¿Desapareceremos los seres humanos no por culpa de una guerra nuclear sino como consecuencia de la manipulación genética siguiendo las reglas de la evolución darwiniana?
El dilema ético
La manipulación genética no solo plantea cuestiones filosóficas sobre la identidad y la autocomprensión, sino también dilemas éticos. ¿Es ético que los padres puedan elegir las características de sus hijos? ¿Dónde está el límite entre la mejora y la manipulación? Estas son preguntas que la sociedad debe enfrentar a medida que la ciencia avanza.
Además, existe el riesgo de que la manipulación genética se convierta en un privilegio de los ricos, creando una brecha aún mayor entre los que pueden permitirse «mejorar» a sus hijos y los que no. ¿Podría esto llevar a una nueva forma de discriminación basada en la genética?
La responsabilidad de la ciencia
La ciencia tiene la responsabilidad de avanzar, pero también de considerar las implicaciones de sus descubrimientos. La manipulación genética puede tener beneficios enormes, como la erradicación de enfermedades genéticas, pero también puede tener consecuencias no deseadas.
Es importante que los científicos trabajen en estrecha colaboración con los filósofos, los éticos y la sociedad en general para garantizar que los avances en la genética se utilicen de manera responsable y beneficiosa. La ciencia no puede, ni debe, avanzar a ciegas, sin tener en cuenta las posibles implicaciones de sus descubrimientos.
Imagen: biounalm.com