La ideología, la religión y la manipulación
Cuando dominan las emociones se dificulta la reflexión y ciertos líderes suelen conocer este mecanismo del cerebro y aprovecharlo para ganar adherentes.
El pensamiento racional es el único instrumento válido para defenderse de los manipuladores, porque utilizan como principal recurso a las emociones.
Las sectas ideológicas o religiosas, tratan de transmitir una forma de pensar, extremista, que obligue a abandonar las propias creencias y una vez que la víctima se ha incorporado, el grupo se convierte en un punto de referencia afectivo que le será difícil abandonar, porque se ha ligado emocionalmente y necesita su contención.
La palabra tiene poder de convencer, generar entusiasmo y encender la pasión; y conduce a los discípulos a hacer lo mismo, o sea dedicarse a adoctrinar a otros con las mismas estrategias para obtener a cambio los favores del líder.
El líder de una secta es alguien que ha fracasado en su intento por destacarse en la sociedad legalmente, con ideas que no resisten el menor nivel de análisis y que decide trasladarlas a la clandestinidad por no ser capaz de competir con otros.
Son personas con delirios de grandeza con más ansias de poder que convicción por su ideología, ya que ésta es sólo la excusa que necesitan para cumplir con sus objetivos de dominar y someter.
Las víctimas más firmes para sumarse a los fieles son personas frustradas, desilusionadas, en situaciones difíciles, inseguras y confiadas, que se sienten solos y necesitan una contención.
El rasgo característico de estas organizaciones es el aislamiento, que es lo que hace posible que la información que difunden sea la única.
Esa condición de aislamiento hace que los candidatos establezcan lazos afectivos más estrechos y se vuelvan más dependientes y dispuestos a cumplir con las expectativas de su líder.
Otra técnica de persuasión es inducirlos a realizar prácticas que les produzcan estados alterados de conciencia o del sistema nervioso, para hacerlos más vulnerables y aprovechar para mostrarse como sus salvadores; con el objetivo de destruir su individualidad e inculcarles obediencia ciega.
Estos líderes son fanáticos que conocen bien todas las estrategias para llevar a los sujetos a un estado de histeria colectiva con efecto hipnótico.
La mente es frágil ante una avalancha de estímulos bien estudiados y demora para volver a razonar, presionada por sentimientos encontrados, que por un lado amenazan con dejar al sujeto débil sin contención y por otro le impiden creer que ha caído en una trampa.
La televisión e Internet son dos instrumentos de gran utilidad para la manipulación colectiva, principalmente en la población adolescente, que está en la etapa de mayor vulnerabilidad.
El especialista norteamericano en seguridad, Gavin Becker, afirma que la vida es más segura hoy que antes, pero reconoce que existen intereses en exacerbar el terror y la desazón en todo el mundo.
Las estrategias de manipulación, sin embargo, sólo funcionan cuando la gente cree en ellas, cuando son personas influenciables y tienden a no ver los matices, o son extremistas y no pueden tolerar la incertidumbre y necesitan tener una explicación para todo.
Por esta razón, los científicos actualmente estudian más a los individuos vulnerables que a las técnicas de manipulación, porque consideran que el lavado de cerebro es una excusa para los débiles que quieren justificar el cambio que ellos mismos eligen de forma de pensar.
En alguna medida todos somos influenciables, pero no del todo. Sólo si somos capaces de utilizar nuestro discernimiento y no nos manejamos sólo con la afectividad estas técnicas de manipulación tendrán menores efectos.
Fuente: Técnicas de persuasión; de la propaganda al lavado de cerebro, J.C.C.Brown.