Filosofía y Conducta
Qué harías hoy si fuera tu último día?
No es una pregunta descabellada porque aunque la vida se prolongue cada día más, si existe alguna certeza en este mundo, una de ellas es el hecho ineludible de la muerte.
Sin embargo es algo que preferimos ignorar e imaginar que siempre le va a pasar a otro, pero nunca a nosotros y nos aferramos a la idea de eternidad postergando nuestras decisiones para más adelante; porque según sea nuestra cosmovisión o filosofía de la vida así será nuestra conducta.
Si no es hoy, cuándo?, porque nadie puede estar seguro de ver el sol al día siguiente.
Cuántas veces postergamos nuestros proyectos por miedo al fracaso? Este hecho también se relaciona con nuestra forma de pensar; si creemos que las cosas se miden solamente en términos de éxitos y fracasos.
Los valores son subjetivos y cada persona le da importancia a cosas diferentes. Si los valores que defendemos son exclusivamente materialistas tendremos una conducta apropiada a esa forma de ver las cosas.
Los hombres turcos pertenecen a una cultura que valora en primer término la sexualidad. Si por alguna razón su potencial se viera menguado, significaría el fin de todo interés por la vida. No pueden ver más allá de sus genitales.
Lo mismo ocurre con los deportistas famosos que monopolizan toda su existencia a la práctica de un deporte que además de proporcionarle grandes esfuerzos y alguna satisfacción les brinda grandes ingresos, pero que ni bien comienzan a perder eficacia se derrumban en un pozo depresivo, sin ver más allá de la trayectoria de una pelota.
Mientras nos aferramos a nuestros pequeños mundos e intereses más o menos satisfactorios, cuántas cosas dejamos de lado que también alguna vez quisimos hacer?
Entonces ponemos excusas, todavía es demasiado pronto, es demasiado caro, es demasiado arriesgado.
El exitoso teme que lo olviden si se toma unas largas vacaciones, por eso trabaja incansablemente para aprovechar su tiempo de vida deportiva útil sin tomarse un descanso.
No hay que abandonar un éxito jamás porque trae mala suerte dicen muchos, pero también uno se puede morir y el éxito deberá ser abandonado forzosamente.
Sin embargo, aunque sea difícil de creer, la conciencia de la muerte le da sentido a la vida.
Hace veinte años me diagnosticaron melanoma. Me di cuenta que podía llegar a morir, sin embargo tuve una reacción curiosa. Como no me dolía nada y me sentía muy bien seguí viviendo mi vida normalmente sin cambiar nada y con autorización del médico, que me dijo que la operación no era urgente, me fui de vacaciones.
Como creo en Dios, le pedí solamente no tener miedo, porque considero que la vida con miedo es miserable y además le pedí conservar la dignidad hasta el último momento.
Disfruté como nunca mis vacaciones y al volver me operaron. La operación fue un éxito y no necesité internación y afortunadamente no hubo necesidad, dada las características de mi afección, de hacer ningún otro tratamiento. Sólo tuve que someterme a controles periódicos durante cinco años, que fueron cumplidos sin que se produjera ningún otro episodio adverso.
Esa experiencia me impulsó, ni bien se me presentó la oportunidad, a hacer el viaje a Europa que anhelaba y luego a escribir un libro.
De no haber sido por esa circunstancia jamás me hubiera decidido a hacer ninguna de estas dos cosas.