El Proyecto desde el Existencialismo
La realidad humana, o sea el ser que es el hombre, existe antes de que pueda ser definido de alguna manera; es decir, que su existencia precede a su esencia. Comienza por existir siendo nada y al existir va definiendo su propia existencia.
El hombre, por lo tanto, es acción, es lo que hace de si mismo. Es un ser consciente que sabe que se proyecta hacia su propio porvenir. Será sólo su proyecto, no lo que quiere ser, porque lo que quiere ser es posterior a lo que haga de si mismo.
Si para el ser humano, la existencia precede a la esencia, el hombre tiene la responsabilidad total de su existencia y la de todos los hombres en general,
Al elegir libremente para si mismo está autorizando a los demás a hacer lo mismo, y está creando una imagen del hombre tal como considera que debe ser.
Sartre nos dice que el proyecto original del hombre puede ser cambiado pero exige gran capacidad de cambio, y si ese cambio no se produce los actos de esa persona revelarán su proyecto original.
El proyecto básico se evidencia en la conducta, y pondrá de manifiesto cómo se comportará esa persona en una determinada situación.
Todos los individuos podrán así tener proyectos diferentes pero subyacente a ellos existe un proyecto básico que pertenece a la estructura misma del para si, que consiste en salir de si mismo hacia sus posibilidades.
De modo que la aspiración del hombre es el proyecto ideal de llegar a ser el en si para si, o sea ser y conciencia en uno.
Sartre trata el tema del encuentro con el otro y el conflicto que conlleva, porque la mirada del otro me define y me convierte en un objeto. Pero el hombre es indefinible porque cambia y se va construyendo en la medida que existe, y sólo se puede definir en la lápida, cuando muere.
En el amor puede verse el primer proyecto, cuando se expresa el deseo de poseer una libertad como libertad. Mientras que en la indiferencia, en el deseo sexual y en el sadismo puede verse el segundo proyecto.
Pero para Sartre, ambos proyectos están condenados al fracaso, porque no se puede poseer la libertad de otro sin afectarla de alguna manera y convertirla de esa manera en un objeto.
Porque mientras haya otro para-si la reducción total a objeto es imposible y hay conflicto, y si se logra del todo ya no hay para si.
Para Sartre, la vida es una pasión inútil y el amor está condenado al fracaso y a la frustración, porque resulta imposible la genuina comunión dos personas. Por lo tanto, la esencia de las relaciones es el conflicto, porque ninguno de los dos proyectos es realizable.
Sastre representa al existencialismo ateo; aunque él dice que es lo mismo que Dios exista o no exista, porque el hombre es libre y depende de sus valores lo que él haga de si mismo.
Sin embargo, no propone una anarquía moral o una elección de valores arbitrarios porque nada puede ser bueno para uno si no es bueno para todos ya que si yo elijo ser libre debo querer también la libertad de todos los demás.
El juicio de valor de una persona es universal, no porque los demás vayan a aceptar su propio juicio sino porque si afirma un valor lo afirma para si misma y para todos los hombres en general.
Sartre no está orientado hacia una elección irresponsable, porque al elegir las normas éticas toda persona es responsable no sólo de sí misma sino también de todos los demás.
La angustia y la desesperación la produce el desamparo que siente el hombre frente a la responsabilidad de elegir, pero esta angustia no le impide actuar, al contrario, es la motivación que necesita para obrar.