Creacionismo
En filosofía el término creacionismo tiene tres sentidos. El primero de ellos hace referencia a la creación del mundo; el segundo hace referencia a la creación de las almas y el tercero a la creación de los seres vivos. A continuación veremos cada uno de ellos.
El creacionismo como creación del mundo
La idea de creación del mundo es bastante antigua y se encuentra en el pensamiento griego y en el pensamiento judío. No obstante, qué se entiende por creación en uno y otro son cosas muy distintas. Para el pensamiento griego la creación era una disposición ordenada de elementos preexistentes desordenados. Es la idea del demiurgo platónico. Antes de existir el cosmos (el orden) todo era caos (desorden). Entonces, una inteligencia ordenadora da forma a ese caos y crea el mundo. Para los griegos la creación a partir de la nada era inconcebible, pues de la nada, nada puede surgir.
El creacionismo judío y, posteriormente cristiano, es creación del mundo por Dios a partir de la nada (ex nihilo). Es una concepción del creacionismo diferente a la que manejaron los griegos (y absurda e ilógica para ellos). En un principio nada hay, salvo un Dios solitario, omnipotente, y este decide crear el mundo. El mundo es su obra. En este sentido, la deidad no se habría limitado a dar forma al material de construcción, como haría un humilde demiurgo a la griega, sino que habría creado él mismo los materiales. Por ejemplo, en el caso del ser humano, crearía el agua y la arena, con la que formó barro, el cual moldeó y con un soplo de vida creo a los hombres.
Tanto el creacionismo en su versión griega, como en su versión judía tienen en común el hecho de ser concepciones muy pintorescas de ciertos aspectos de la realidad. Estas concepciones, a pesar de sus diferencias, son fundamentales para entender la evolución del pensamiento humano sobre el origen del mundo.
El creacionismo como creación de las almas
Entre los temas de discusión más famosos de la Edad Media figuraba la cuestión de la creación de las almas humanas. Platón había afirmado que las almas humanas eran eternas, sin embargo, el pensamiento cristiano, que tenía una visión de las almas más personal y una concepción de la creación a partir de la nada, no podía admitir estas ideas paganas de Platón. Así que los pensadores cristianos llegaron a la conclusión de que Dios había creado las almas, tarea a la que se dedicaba todavía, pues del hecho de que todos los días nazcan niños, se sigue que Dios crea almas todos los días.
De hecho, Santo Tomás de Aquino afirmaba que para que Dios pudiera crear un alma humana, tendrían que darse ciertas condiciones necesarias. En el caso de Santo Tomás, que era aristotélico a pesar de ser cura, estas eran condiciones naturales: estar vivo y tener una fisiología adecuada a las almas (¿Un cerebro tal vez?).
El creacionismo como creación de la vida
En la actualidad el creacionismo en este sentido se llama a sí mismo «teoría del diseño inteligente». La idea, muy extendida antes de la aparición de la teoría de la evolución, era la siguiente: la complejidad de los seres vivos es obra de un ser inteligente, pues de otro modo no se puede explica, así que la existencia de los seres vivos implican la existencia del creador. Obsérvese que quien plantea este argumento no pretende explicar el mecanismo de la vida, que es lo que haría un biólogo, sino más bien mostrar mediante un argumento a la mejor explicación la existencia de Dios.
Sin embargo, a la base de este argumento hay una falacia, una falsa analogía. En efecto, el ejemplo habitual, utilizado por autores como Isaac Newton, que no era tan observador para las cuestiones biológicas como lo era para las físicas, era el siguiente: si uno camina por una isla desierta y se encuentra un reloj, no va a pensar que está allí porque los elementos de la naturaleza han confluido azarosamente de tal manera que han dado como resultado un reloj. Más bien, pensaremos que un ser consciente lo ha concebido, lo ha construido y lo ha dejado allí. Pues bien, ante el hallazgo de cualquier ser vivo, tendré que pensar, dado que los seres vivos son tan complejos o más que un reloj, que alguna entidad consciente lo ha concebido, creado y puesto allí.
Este argumento es una falsa analogía. En efecto, dado que seres vivos y relojes tienen en común el ser complejos, se extiende la analogía a la causa de la complejidad de ambas cosas. Sin embargo, dando por sentado que son causas análogas. El creacionismo, en su versión moderna, ha sido criticado por la comunidad científica, que se apoya en la teoría de la evolución para explicar la complejidad y diversidad de la vida. A pesar de esto, el creacionismo sigue siendo una creencia popular en muchas partes del mundo, y su estudio nos permite entender mejor cómo diferentes culturas y épocas han intentado dar sentido al misterio de la existencia.