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La Neuroética

Publicado por Malena

la Neuroética

Los avances en la tecnología de formación de imágenes del cerebro ha hecho posible un amplio desarrollo en esta área de conocimiento, a pesar de los inconvenientes éticos que pueden generar los métodos de investigación, que llevan a plantear problemas morales a veces inaceptables.

La Neurociencia se ocupa del estudio del Sistema nervioso central y periférico y la Neuroética, que proviene de ella, es la moral aplicada al estudio del cerebro, considerado el órgano base de la identidad, de la responsabilidad y de las funciones superiores.

Las primeras investigaciones anatómicas del sistema nervioso central comienzan con Thomas Willis (1621-1675) científico identificado con el dualismo cartesiano que divide el cuerpo del alma y supone el estudio separado de cada parte del hombre, para que juntas lo representen.

Willis localiza determinadas funciones mentales en regiones específicas del encéfalo y en siglo XIX se convierte en el precursor de la controversia entre los que estaban a favor de las localizaciones y los que se oponían a ellas.

Franz Joseph Gall (1758-1828) por su parte, sostenía que la forma del cráneo mostraba el diferente desarrollo de las estructuras cerebrales, responsables de sus funciones específicas.

En cambio, Marie Jean Pierre Flourens (1794-1867) no le otorgaba importancia al lugar sino a la porción de cerebro involucrada.

Mientras tanto, los datos objetivos de los registros ponían en evidencia la influencia de ciertas lesiones cerebrales en el comportamiento.

El conocido caso de Phineas Gage, resulta ser un ejemplo de la tesis reduccionista, además de los descubrimientos sobre el lenguaje de Paul Pierre Broca y Karl Wernicke.

Gage era un capataz del ferrocarril de Nueva Inglaterra que debido a un accidente que le destrozó parte de la cara y del cráneo, perdió una porción de la corteza prefrontal.

Sin embargo, a pesar de la gravedad de sus lesiones, no experimentó ningún problema sensorial ni motor, pero su comportamiento cambió radicalmente, porque habiendo sido un hombre bondadoso y generoso se convirtió después del accidente en alguien malhumorado, hosco y malhablado.

Broca había señalado a la circunvolución frontal inferior del lóbulo frontal como la región de la corteza cerebral responsable del habla.

Bernard Baertschi piensa que la neuroética se tiene que ocupar de en qué medida influyen las emociones en las decisiones morales, la responsabilidad y la libertad de una persona ante el determinismo cerebral; además, del control de los estados mentales por medio de las técnicas de neuroimagen y la neuropotenciación y de los tratamientos adecuados con psicofármacos.

Forman parte también de este campo los implantes cerebrales, las interfaces máquina-encéfalo, y las bases neuronales del comportamiento y de la conciencia.

A través de la historia de la filosofía, cada época ha tenido su ética. Kant por ejemplo propuso el deber como guía de moralidad; el siglo XIX se caracteriza por el utilitarismo como sinónimo de felicidad para todos; y en el siglo XX la bioética se coloca en primer lugar y aparece el informe Belmont con los cuatro principios que deberán regir, las investigaciones sobre humanos, la relación con el médico, el derecho a la autodeterminación, y la no maleficencia, principio de beneficencia y justicia.

En el siglo XXI llega la Neuroética, o sea la ética de la Neurociencia centrada en la ética de la práctica médica que integra el conocimiento neurocientífico con el pensamiento ético y social.

La Neurociencia de la ética está basada en la Neurofilosofía, que es la que indaga sobre las bases neurológicas del conocimiento moral, o sea qué es lo que ocurre en el cerebro cuando se trata de decisiones morales.

Para un kantiano, este proceso ocurre en la zona frontal del cerebro; para un utilitarista se trata de la activación de las partes prefrontales, límbicas y sensoriales y para un aristotélico es la actividad coordinada de todo el cerebro.

El criterio para determinar el fin de la vida, es una cuestión capital en el avance de las neurociencias. Actualmente se adopta el criterio cerebral, o sea que la muerte se produce cuando el cerebro, inclusive el tallo cerebral deja de funcionar; sin embargo, aún no queda descartada la posibilidad de la manipulación del hombre gracias a estos avances.

Fuente: «De la Neurociencia a la Neuroética», José Manuel Giménez Amaya, Sergio Sánchez-Migallón. «Investigación y Ciencia-Mente y Cerebro», numero 43, Neuroética, Luis Alonso.