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La Evolución en un tubo de ensayo

Publicado por Malena

la evolución en un tubo de ensayo

ARN que se replican pueden permitir a la ciencia acercarse más a la posibilidad de la vida artificial.

Crear vida en un tubo de ensayo parece cosa de ciencia ficción, sin embargo, se han descubierto procesos químicos que hacen posible que un par de secuencias de ARN, al unirse a un caldo de bloques constructivos de ARN se dupliquen sucesivamente mientras tienen espacio suficiente y materia prima necesaria.

A partir de un tronco central de ADN, moléculas de ARN reproductor se ramifican y muestran en un tubo de ensayo los aspectos esenciales de la evolución.

Sin embargo, aún está lejos la posibilidad de lograr vida artificial.

La vida tal como es, se basa en el ADN y en proteínas enzimáticas; y en el ARN que es el mensajero de la información genética; y que se supone es un proceso evolutivo que comenzó siendo un sistema químico prebiótico elemental, cuya base fue principalmente el ARN.

Esta idea sólo puede prosperar si el ARN sólo, pudiera ser la base suficiente para la evolución.

Gerald F. Joyce y su discípulo Tracey Lincoln publicaron los resultados de sus investigaciones en la revista Science. Sus experimentos, un sistema reproductivo contenido en un tubo de ensayo, eran esencialmente parecidos a la teoría de la evolución de Darwin.

24 variantes de ARN se reprodujeron con algunas variantes y cada especie de molécula competía con las otras para obtener los recursos comunes formados por el ARN.

El proceso de reproducción no era perfecto de modo que surgían mutantes que se recombinaban.

Durante cien horas continuó el crecimiento de la cantidad de moléculas replicadoras y se comprobó que los tipos de replicadores originales se extinguieron enseguida, mientras los recombinantes dominaron la población, sin embargo, no pudieron hacer nada nuevo.

Este es el factor que falta para igualar a la evolución natural, porque en la vida propiamente dicha surgen nuevas funciones.

Para lograr este objetivo estos científicos creen que entre otras cosas, tendrían que incrementar la complejidad del sistema.

En este experimento, los recombinantes no fueron capaces de crear genes; tal vez, diseñando un sistema en el que ello suceda o aumentando la complejidad del sistema, incrementando en cada replicador la cantidad de genes.

Se espera con estas investigaciones entender más los principios básicos de la evolución biológica.

Joyce afirma que el próximo intento para hacer posible la creación de vida en un laboratorio será producir mediante evolución, una serie de moléculas sintéticas que logren realizar funciones metabólicas y no solamente reproductivas.

Jack W. Szostak, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard ha logrado obtener proteínas no biológicas que pueden unirse al ATP, una sustancia química encargada de transportar energía que es esencial para el metabolismo.

Sin embargo, aún si los científicos lograran combinar el ARN y otros elementos fundamentales en algún tipo de vida sintética, se puede inferir que ésto sería tan complicado que difícilmente se podría utilizar como prueba fehaciente de que la vida natural comenzó de una manera parecida hace cuatro mil millones de años.

Crear vida artificial sería el más grande acontecimiento jamás ocurrido en el mundo, aunque se tratara de vida solamente a nivel molecular, por las implicancias científicas, biológicas, químicas, médicas, sociales, éticas y filosóficas que este descubrimiento podría tener.

Fuente: «Evolución en una botella», W. Wayt Gibbs, Revista Investigación y Ciencia, julio 2009