Historia de la ciencia (V): Aristarco de Samos
En el anterior post dedicado a la Historia de la ciencia dijimos que le dedicaríamos una entrada a Aristarco de Samos, entre otros, como uno de los representantes principales del desarrollo del pensamiento científico en el periodo helenístico. Y es que este autor tiene en su haber el haber sido el primer científico en proponer el modelo heliocéntrico, diecisiete siglos antes que Nicolás Copérnico. Por supuesto, este último tuvo la gentileza de citar al viejo Aristarco. Pero este detalle no es de nuestro interés. Más bien nos interesa el hecho de que aún siendo el modelo heliocéntrico, propuesto por Aristarco por primera vez en la historia como hemos dicho, el que finalmente se impuso como correcto a partir del Renacimiento, en la época en la que fue propuesto por primera vez, en el siglo III a. C., fue rotundamente rechazado por sus contemporáneos, quienes lo veían como absurdo cuanto menos.
Algunos datos biográficos de Aristarco
Aristarco nació en el 310 a. C. y murió en 230 a. C. Fue astrónomo y matemático y como nació en Samos (Grecia) y en aquellos años no se llevaban los apellidos, pasó a la posteridad como «Aristarco de Samos». Fue discípulo de Estratón de Lámpsaco, quien a su vez había dirigido el Liceo de Aristóteles (dirigir en aquellos años el Liceo de Aristóteles o la Academia de Platón podría ser el equivalente actual, si se nos permite hacer esta didáctica equivalencia, a dirigir la Universidad de Oxford o la Universidad de Cambridge).
Bueno, y estos son todos los datos biográficos que podemos dar sobre Aristarco de Samos. Por el momento no disponemos de mucho más… al menos de mucho más que esté a nuestro alcance. Pero no importa, porque en sí misma su vida es, casi seguro, un bodrio. Nos interesan más sus teorías.
El modelo heliocéntrico
Por fin lo que estábamos esperando: el modelo heliocéntrico propuesto por Aristarco de Samos. En primer lugar, tenemos que decir que sabemos eso, que propuso un modelo heliocéntrico del Universo. En segundo lugar, hemos de decir que no sabemos mucho más, pues de hecho lo que sabemos acerca del modelo heliocéntrico de Aristarco es gracias a una cita de Arquímedes. Según lo dicho por Arquímedes, Aristarco escribió un libro según el cual (transcribimos lo dicho por Arquímedes): 1) el Universo es infinitamente más grande de lo que se cree; 2) que tanto el Sol como las estrellas fijas están siempre inmóviles; 3) que la Tierra gira alrededor del Sol en un movimiento circular. El Sol está en el centro de la circunferencia. Y 4) que las estrellas fijas son enormemente grandes.
Aristarco resolvía el problema del paralaje (esto es, la apariencia de movimiento que se debe observar de unas estrellas fijas respecto a otras desde el planeta Tierra que se mueve alrededor del Sol) con la lejanía infinita de las estrellas. En efecto, no se observaba (a simple vista) el paralaje porque las estrellas están demasiado lejos como para que sea visible. Estas ideas que hoy en día nos parecen plausibles fueron rechazadas de forma unánime por la comunidad de los griegos y sus vecinos, quienes seguramente, y con esto lanzamos una especulación, consideraban al incomprendido Aristarco como un tipo bastante disparatado y excéntrico, al menos con respecto a su punto de vista en esta materia.
Ironías de la historia
A pesar de que los griegos y sus amigos pudieran considerar el modelo heliocéntrico de Aristarco una afrenta al sentido común y a la inteligencia humana, lo cierto es que hoy en día es visto como casi correcto, hablando con cierta laxitud. De hecho, si fuéramos maliciosos y despreciáramos las ideas que nos parecen absurdas desde nuestra cosmovisión particular, podríamos decir sin pelos en la lengua (o, en este caso, en las yemas de los dedos) que «vaya con los griegos que rechazaron la brillante idea de Aristarco en favor de su absurdo y disparatado modelo geocéntrico». No obstante, dado que ni somos maliciosos ni despreciamos las ideas ajenas (no mucho), diremos que para lo que se podía ver desde la Tierra en aquella época y lo que se creía acerca de otras cuestiones más o menos relacionadas, el modelo geocéntrico daba explicaciones satisfactorias y era más simple que el heliocéntrico. De ahí que este fuera rechazado.