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Ciencia y Cosmovisión

Publicado por Malena

Ciencia y Cosmovisión

Desde los descubrimientos de Galileo, que comprobó a través del telescopio que él mismo diseñó, que la Tierra no era el centro del Universo, la ciencia ha logrado cambiar la cosmovisión del hombre.

Galileo (1564-1642), siguiendo a Copérnico, pudo observar las lunas de Júpiter que orbitaban a su alrededor, hecho que le sirvió para demostrar que la luna era un satélite de la tierra y que la tierra giraba alrededor del Sol.

Nicolás Copérnico, (1473-1543), astrónomo polaco, que pertenecía a un medio eclesiástico cultivado, siguiendo a Aristarco de Samos, cuya idea no pudo progresar en su tiempo, había ideado un sistema del mundo heliocéntrico donde el Sol está inmóvil y es el centro del universo y la tierra y los demás planetas giran a su alrededor, habiendo reconocido también que la tierra tiene además un movimiento de rotación alrededor de si misma.

De esta manera, Copérnico rompe con el sistema Geocéntrico de Tolomeo que estuvo vigente hasta el siglo XVII.

El sistema de Copérnico representaba una física distinta de la aristotélica, vigente hasta ese momento y que Galileo se encargó de sacar a luz.

Galileo pudo observar las rugosidades de la luna y las manchas solares que mostraban la similitud entre la Tierra y los Astros.

De esta manera dejaba de tener sentido la distinción aristotélica entre mundo celeste y mundo sublunar, o sea un mundo incorruptible y perfecto y otro sometido al cambio, la corrupción y la muerte.

Sin embargo Galileo sintió la necesidad de aclarar su posición como creyente. Para él la naturaleza se puede entender con las matemáticas y con sus resultados se pueden elaborar teorías físicas, mientras las Escrituras son las que nos revelan nuestro destino moral y no contienen teorías físicas que las expliquen. Tanto la física como la astronomía son materias teológicamente neutras.

En la actualidad, el conocimiento que brindan los satélites y los viajes espaciales buscan trascender la frontera del entendimiento sobre el origen del Universo, el misterio de la vida y la existencia del hombre.

El telescopio Cobe, diseñado para explorar el fondo cósmico, casi llegó a vislumbrar, con sus detectores de radiación de microondas en el año 1992, el comienzo de los tiempos, demostrando que tuvo lugar a partir de una explosión inicial que denominaron Big-Bang.

Posteriormente el telescopio Hubble captó las imágenes a todo color de ese colosal suceso cósmico a una distancia de once mil millones de años luz en forma espectacular e increíblemente nítida.

Estas observaciones revelaron la existencia de otras cuarenta mil millones galaxias y que el universo está en expansión, conocimientos que produjo un cambio de la visión que tiene el ser humano sobre si mismo a partir del lugar que ocupa en el Universo.

Pronto comenzará a funcionar el nuevo telescopio espacial James Webb con el poder de aumentar considerablemente la capacidad del Hubble.

En realidad existen varios proyectos de telescopios cada vez más poderosos como el diseñado y proyectado para revelar el mayor misterio de la astrofísica, la materia oscura, indetectable hasta ahora pero que se supone compone el 70% del universo.

Mientras tanto, una antena espacial por sistema láser, permitirá estudiar cómo penetran las ondas gravitacionales a través de toda la materia y permitirá ver el origen del cosmos sin interferencia alguna.

Los científicos siguen aún las observaciones las sondas Voyager que iniciaron su viaje hace 31 años y que ya se encuentran a más de 16000 millones de kilómetros de la Tierra, así como también la misión Cassini a Saturno y sus lunas, y las operaciones del robot Phoenix que recientemente descubrió la existencia de agua congelada en el polo norte marciano.

Sin embargo aún queda mucho por descubrir en nuestros planetas cercanos Venus y Mercurio, así como la sorprendente posibilidad de hallazgos biológicos en la luna Europa de Júpiter o el misterio de la geología de Plutón cuando llegue allí la nave Nuevos Horizontes.

Al mismo tiempo, los experimentos espaciales realizadas en estaciones espaciales tripuladas brindan información detallada y fidedigna de las consecuencias tanto físicas como psicológicas, que ejercen los viajes de larga duración en los seres humanos.