Popper, filósofo de la ciencia
Popper, (1902-1994), ha sido considerado uno de los más destacados filósofos de la ciencia del siglo XX, y también ha realizado importantes aportes a la filosofía política y social.
Se refería a si mismo como un racionalista crítico, opuesto al escepticismo, convencionalismo y relativismo en el área de la ciencia y defencía la sociedad abierta, en contra de lo que él consideraba totalitarismo.
En su juventud manifestó su compromiso con el marxismo, pero el fracaso de los partidos políticos, principalmente del partido socialista, influyó en la elaboración de su filosofía política y social.
Sus obras más relevantes fueron “La pobreza del Historicismo” (1944, y “La sociedad abierta y sus enemigos” (1945), donde defiende una forma de liberalismo democrático.
Popper estaba muy impresionado por las grandes diferencias entre las teorías de Sigmund Freíd y Alfred Adler y los descubrimientos científicos de las primeras décadas del siglo XX, con la teoría de la relatividad de Einstein.
La diferencia, según Popper, era que mientras en esa época la teoría de Einstein resultaba improbable e indemostrable, en cambio las teorías de Freíd y Adler parecían imposibles de ser refutadas.
Para Popper, el psicoanálisis se acercaba más a los mitos primitivos que a la ciencia, no arriesgaba nada, no excluía ninguna posibilidad, de manera que resultaba imposible contradecirla o refutarla.
Con respecto al análisis histórico del marxismo tampoco lo consideraba científico, ya que cuando las predicciones de Marx no fueron corroboradas con los hechos, se transformó en un dogma pseudos-científico.
Estos factores lo llevaron a Popper a marcar la frontera entre ciencia y no ciencia.
Una teoría es científica cuando es compatible con alguna posibilidad de observación empírica y no es científica cuando no cumple con este requisito.
Esto no significa que una teoría, sea como fuera, resulte inútil, ya que posteriormente puede tornarse científica a la luz de una nueva tecnología que pueda demostrarla.
El requisito más importante para que un aporte científico tenga valor es, para Popper, que se pueda criticar; éste es el verdadero significado de su racionalismo crítico.
Uno de los problemas de la crítica sobre afirmaciones que se hacen en los distintos ámbitos del conocimiento, es recurrir a supuestos que se dan por sentados; porque es indispensable la auto crítica de las propias suposiciones, intuiciones, prejuicios y propensiones antes de hacer la evaluación crítica de cualquier idea filosófica.
Popper se esfuerza en sus obras en la claridad de su exposición y en otorgar una forma sistemática y metodológica a la expresión de sus ideas, negándose a mostrarse erudito al tratar argumentos complejos, tal como han acostumbrado hacer muchos filósofos, pero sin dejar por eso de hacer un análisis profundo.
Por ejemplo, sus ideas indeterministas sobre la libertad política y la historicidad se conectaban con la física cuántica y la física clásica. Consideraba que la teoría de la probabilidad podría ofrecer soluciones a determinados problemas, que no pueden resolver las teorías deterministas.
La crítica que desarrolló en su libro “La sociedad abierta y sus enemigos”, le sirvió de catarsis a él mismo, ya que cuando terminó de escribirlo se dio cuenta que se había disuelto su antigua relación con el socialismo austriaco, y que había cambiado radicalmente su manera de entender la filosofía política.
Fuente: Colección Grandes Pensadores, «Popper, Vida, pensamiento y Obra», Editorial Planeta DeAgostini, 2007