¿Para qué sirve la filosofía?
¡Eso quisiera saber yo! Bueno, es broma, ya que escribo este artículo tengo que decir algo al respecto. Además, creo que es importante que se responda periódicamente a esta pregunta, ya que vivimos en un mundo en el que formamos filósofos, tenemos asignaturas de filosofía en nuestros planes de estudio, dedicamos recursos a la investigación en filosofía, etc. Y en este mismo mundo ocurre que no sabemos muy bien para qué sirve la filosofía, ni siquiera los propios filósofos lo tenemos muy claro.
Una respuesta habitual a esta pregunta es que la filosofía no sirve para nada. Es un estudio abstracto sobre preguntas complicadas que seguramente no tienen respuesta, que solo sirve para comerse la cabeza. Otra respuesta, más típica de algunos filósofos, vendría a decir que preguntar por la utilidad de la filosofía carece de sentido por alguna de un sinfín de razones (por ejemplo, que es un saber último más allá de toda utilidad inmediata, o algo por el estilo) que no enunciaremos aquí.
Pero, ¿y si la filosofía no se limita a ser un conjunto de teorías abstractas y complicadas? ¿Y si, en lugar de ello, la filosofía es una forma de vida, una actitud ante el mundo y ante uno mismo? En este sentido, la filosofía no sería tanto un conjunto de conocimientos, sino más bien una forma de enfrentarse a la realidad, de cuestionarla y de buscar respuestas a las preguntas más profundas y fundamentales.
Los filósofos, además de formular teorías, hipótesis y tesis, las discuten, las ponen en entredicho, las refutan y, en definitiva, reaccionan ante prácticamente cualquier afirmación, pertenezca a la faceta de la vida a la que pertenezca. También critican costumbres y formas de comportamiento y proponen, muchas veces, códigos morales alternativos. En cualquier caso, las teorías, códigos morales y tesis que calificamos de filosóficas se presentan, generalmente, como alternativas a otras tesis, códigos morales y teorías, “filosóficas” o no. Así que, desde mi punto de vista, aquí está lo importante de lo que llamamos “filosofía”: el camino que va de reaccionar ante una afirmación y discutirla a proponer una alternativa. El contenido de la afirmación discutida y el de la alternativa es lo de menos.
Entonces, ¿para qué sirve la filosofía?
En una ocasión leí un artículo en el que se decía que cierta empresa, cuyo nombre no recuerdo, quería contar con filósofos en su directiva. Su argumentación venía a decir lo siguiente: los filósofos se pasan la vida argumentando que la filosofía está en crisis y tratan de dar pruebas de ello. La filosofía, por su parte, es una actividad milenaria, de modo que si un filósofo es capaz de argumentar que esta actividad milenaria está en crisis, estará sobradamente preparado para ponerle pegas e impedimentos a cualquier idea de negocio que se nos ocurra, así que contando con filósofos no daremos pasos en falso.
Para esto sirve la filosofía: para poner trabas e impedimentos, utilizando diversas técnicas (argumentación, análisis conceptual, experimentos mentales, etc.), a cualquier idea, teoría, afirmación, creencia, código moral, etc. que se nos ocurra. Esto sirve, a su vez, para mejorar cualquier idea, afirmación, creencia, código moral, etc. que se nos ocurra.
Además, la filosofía puede ayudarnos a entender mejor el mundo en el que vivimos y a nosotros mismos. Nos permite cuestionar nuestras propias creencias y prejuicios, y nos ayuda a ser más críticos y reflexivos. En este sentido, la filosofía puede ser una herramienta muy útil para el desarrollo personal y para la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Por tanto, aunque la filosofía pueda parecer una disciplina abstracta y alejada de la realidad, en realidad puede tener un impacto muy real y concreto en nuestras vidas y en nuestra sociedad.