Leer filosofía
Si uno escribe en la barra de búsqueda de Google la expresión «leer filosofía» se encontrará con que esta es una cuestión candente: hay blogs en los que se explica cómo leer filosofía, foreros que piden consejos para introducirse en la lectura de la filosofía, otros que anuncian en sus blogs o en un foro que han decidido empezar a leer filosofía, etc. Y no es de extrañar. Por un lado, la Filosofía nos parece un saber oscuro y abstracto, pero que nos atrae. Por otro lado, los textos filosóficos son retorcidos cuanto menos. La situación para mucha gente que desea leer filosofía termina siendo frustrante. Es por esta razón que vamos a exponer algunas consideraciones que sirvan a aquellos y aquellas que quieren leer filosofía sin frustrarse en el intento.
Lo que los textos filosóficos no son
Un texto filosófico no es una novela ni una biografía ni un libro de autoayuda. Esta apreciación la encontraréis en cualquier artículo dedicado a este tema. Y merece la pena repetirla. La Filosofía pretende proporcionar un tipo de conocimiento y un texto filosófico quiere informar al lector acerca de algún asunto. Así que, en primer lugar, el significado de palabras como «alma», «Dios», «lenguaje», «mente», «mundo», «conocimiento», «verdad», «saber», «yo», «experiencia», etc. es en los textos filosóficos muy distinto al que tienen estas palabras en el lenguaje ordinario. En segundo lugar, en los textos filosóficos suelen presentarse argumentos bastante complejos. Y, en tercer lugar, a la mayoría de los filósofos no les preocupa demasiado ser ininteligibles. En general se conforman con que sus textos puedan ser leídos y medianamente entendidos por otros miembros del gremio. Es por esto que muchas veces se dice que la filosofía vive encerrada en su torre de marfil, esto es, en la academia. (Poca duda tengo de que el academicismo es una de las cualidades esenciales y definitorias de lo que llamamos «filósofo»).
¿Quiere decir lo anterior que leer filosofía le está vedado al lego?
No, de lo anterior no se sigue eso. Lo que sí podemos decir es que, al empezar a leer filosofía, por el placer de hacerlo, no conviene ir directamente a las grandes obras. Cualquier persona que nunca haya leído filosofía con anterioridad y comience con una obra como La crítica de la razón pura, de I. Kant, o el Tractatus Logico-Philosophicus, de L. Wittgenstein, acabará tirando el libro por la ventana antes de haber leído las 5 primeras páginas. Solo el índice del primero de estos libros es desesperanzador para cualquiera. En vez de ir a por estos gigantes, existen obras escritas para el gran público, también por filósofos eminentes. Estas tienen, con matices, las características formales de las grandes obras: hay argumentos filosóficos, tesis filosóficas y vocabulario filosófico. Sin embargo, difieren de las anteriores en el hecho de ser inteligibles para lectores no académicos.
Lecturas filosóficas recomendadas para legos
Aunque el cine y la literatura están llenos de filosofía, muchas veces queremos leer filosofía pura, textos de filosofía. El problema es que los títulos y autores que se suelen conocer son los menos indicados para el lego. Esto no quiere decir que no haya obras asequibles para el no especialista. En efecto, muchos filósofos han tenido a bien dar a conocer sus ideas más allá de los muros de la academia. Por ejemplo, de Bertrand Russell podemos nombrar varios títulos: Por qué no soy cristiano, Los problemas de la filosofía, La conquista de la felicidad, etc. En general, salvo algunas excepciones, la obra de Russell es asequible para cualquier lector. Y si Inmanuel Kant es uno de los filósofos más terroríficos, por lo que a entenderlo se refiere, lo cierto es que también podemos nombrar alguna de sus obras menores, como «Respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?». El manifiesto comunista de Karl Marx también es bastante asequible, sobre todo si se tiene en cuenta que fue escrito para que fuera asequible a la clase proletaria.