El Islamismo – Segunda Parte
Mahoma comienza a predicar en el año 613 d. de Cristo. Sus seguidores lo describen como un hombre sencillo, afable, de buen carácter, confiable y ético; decidido a unir a su pueblo y beneficiar a la sociedad; interesado en recuperar el valor de la justicia, la moral, la austeridad y el servicio al prójimo. Es el último profeta que recibe la revelación divina de la voluntad de Dios y que logra unir al pueblo árabe estableciendo una estructura política, social y religiosa.
Mahoma fallece a la edad de 63 años y asciende a través de los siete cielos, símbolo de los siete estados de conciencia, hasta alcanzar la presencia de Alah.
Los libros sagrados del Islamismo recibidos por Mahoma por revelación divina son: La Torá de Moisés, los Salmos de David, los Evangelios de Jesús, y el Sagrado Corán.
El Corán contiene 114 suras o capítulos, los que a su vez se subdividen en 6236 versículos. Su contenido fue revelado a lo largo de 23 años.
Para los musulmanes, este mundo no es el resultado de la casualidad. Todo emana de un Ser eterno, con poder sin límites y con bondad y misericordia infinitas, por habernos dado la vida y habernos creado, tan compasivo como para que volvamos a cielo, donde está Él, al dejar esta vida.
En este mundo existen leyes inquebrantables y todos los errores tienen sus consecuencias; por lo tanto, cada uno tiene que vigilar los pasos que darán cada día.
Lo principal en el Corán es la historia de los hebreos y la cristiana. Es Alah el que habla directamente, y esta circunstancia le da valor a las afirmaciones.
Dios (Alah) es la realidad verdadera y perfecta, donde la buena voluntad y la justicia imperan, normas que deberíamos respetar todos en nuestras vidas.
Mahoma, como emisario de Dios, representa el ejemplo de comportamiento de quien se consagra a Él, en todas las situaciones de la vida, inclusive en el ejercicio del poder político.
Los musulmanes esperan ver a Dios después de la muerte, en cambio los sufíes, místicos del Islam, desean lograrlo en la vida; y para eso están dispuestos a pasar por la más estricta y rigurosa disciplina.
Para los sufíes, esta realidad en que vivimos es parcial y sólo hay una sola realidad última. Consiguen alcanzar el estado de trance mediante la danza, girando sobre sí mismos, método de meditación en movimiento, para sentir la presencia de Alah.
El Código Islámico es el que rige la vida de los ciudadanos. Permite la poligamia sin límite y facilita el divorcio si es requerido, pero concede, mientras las mujeres deben permanecer recluidas y usar velo.
Para el Corán, el nacimiento de una hija es una desgracia y su muerte una bendición.
La amenaza del Día del Juicio y el Infierno es para los que viven en falta; y el premio por respetar las normas del Corán es el Paraíso.
La vida del profeta Mahoma representa el ejemplo que todos deben imitar en todos los aspectos y el Islam describe con gran detalle la conducta que hay que seguir, incluso las reglas de etiqueta.
El Corán enseña que en esta vida hay que ser humildes, pacientes y tranquilos; saber hablar con refinamiento, devolver bien por mal, decir la verdad, ser leales, simpáticos; respetar la pobreza y el infortunio, proteger a los huérfanos, ayudar a los enfermos, compadecer a los afligidos por duelos, y aprender a reprimir las pasiones como la envidia, la malicia; y el deseo de difamar, o de ser superiores.
Los musulmanes creen en el destino, porque afirman que las cosas están ordenadas de antemano, por lo cual, cualquier esfuerzo contrario a la dirección que impone el orden de Dios, es inútil. Prohíbe la usura y los préstamos en dinero con fines de lucro. Aún hoy en día los musulmanes no poseen un sistema financiero sofisticado como existe en otros países, siendo los empréstitos entre los gobiernos una innovación actual.
El Islam, reconoce como seres plenamente conscientes a:
1) Dios
2) Los ángeles
3) La humanidad
4) Los demonios
Fuente: “Religiones del Mundo, Houston Smith; “Islamismo”, D.S. Margoliouth.