Filosofía

Pitágoras

Publicado por Malena

Pitágoras

Un manuscrito de Pitágoras llegó a manos de Platón, escrito como habitualmente solía hacerlo aquel filósofo, en forma simbólica y mediante signos secretos.

Pitágoras es el maestro de la Grecia laica que continuó el pensamiento órfico y lo aplicó a sus tiempos.

Fue víctima de una persecución encarnizada en Sicilia donde murieron muchos de sus seguidores.

Su enseñanza era oral, pero lo fundamental de su doctrina se encuentra en los “Versos Dorados” de Lysis; en el comentario de Hierocles, en los fragmentos de Filolao y de Archytas y en el Timeo de Platón.

Pitágoras fue un personaje casi legendario, apreciado por los neoplatónicos de Alejandría, los Gnósticos y hasta por los primeros representantes de la Iglesia; y en cuya doctrina se encuentra parte de la doctrina de la India y de Egipto.

En esa época, muchos reformadores difundían similares doctrinas en pueblos muy distintos, probando que una misma corriente espiritual suele aparecer en toda la humanidad al mismo tiempo.

Antes de radicarse en Grecia, Pitágoras estuvo en África, Asia, Menfis y Babilonia.

Hijo de un comerciante rico y de Parthenis, nació en Sidón, Fenicia, y luego su familia se trasladó a Samos.

Sus padres lo alentaron en el estudio de la sabiduría, y Thales y Anaximandro de Mileto le abrieron nuevos horizontes.

Pitágoras intuyó un mundo en movimiento según la armonía y el ritmo de los números.

Decidió trasladarse a Egipto para ser un iniciado. Allí, los sabios desconfiaban de los griegos pero él no se dejó intimidar.

Realizó el noviciado de iniciación durante 22 años, profundizando en matemáticas sagradas, la ciencia de los números o de los principios universales y formuló una nueva teoría.

La ciencia de los números y el arte de la voluntad son las dos llaves que abren las puertas del universo, según lo que afirmaban los sacerdotes de Memfis.

Cuando los persas se apoderaron de Egipto, Pitágoras se trasladó a Babilonia y allí profundizó sobre los conocimientos de los magos, herederos de Zoroastro.

Los magos persas parecían haber ido más allá de los sacerdotes egipcios; porque se atribuían el manejo de los poderes ocultos de la naturaleza y de las palabras.

Pitágoras aprendió muchos secretos sobre el pasado de las religiones y sobre la historia de los continentes y de las razas.

Permaneció en Babilonia doce años y recién entonces logró volver a Samos, después de 34 años de ausencia.

Pero Samos estaba oprimida y perdida, y tuvo que huir con su madre hacia Grecia, donde fue recibido como un maestro, fundó en Trotona una academia de ciencias, un colegio de educación y una pequeña ciudad modelo, con el propósito de lograr la unión armónica del alma, del intelecto y del Universo. Su escuela fue la síntesis anticipada del helenismo y del cristianismo.

Enseñaba que los dioses parecían distintos pero que en el fondo eran los mismos en todos los pueblos; imponía la absoluta sumisión a los maestros, la libertad hacia la amistad, hacia la poesía de la vida y hacia el camino del ideal.

Despertaba las energías individuales, le daba vida a la moral y a la poesía; y hacía que la obediencia se volviera aceptación con amor; aprendiendo el discípulo a ver el orden invisible en la realidad visible.

Propiciaba la tolerancia para todos los cultos y la unidad de la humanidad y relacionaba a todos los dioses con el Dios único y supremo, clave del cosmos.

Vencer las pasiones era el primer deber de la iniciación, porque estaba convencido que el que cede a la pasión es inferior a si mismo.

Llamaba matemáticos a sus discípulos porque su enseñanza superior comenzaba con la doctrina de los números. El número no era sólo una cantidad abstracta sino la virtud intrínseca y activa del uno Supremo, o Dios. Era la ciencia de las facultades divinas en acción, la clave del Ser, de las ciencias y de la vida.

La iniciación consistía en aproximarse al Ser, volverse más perfecto y dominar las cosas con inteligencia para volverse tan activo como Él.

Sólo cuando desaparezcan las discordias, Dios estará en nuestras conciencias y podremos participar de su poder.

Pitágoras se casó a los 60 años por amor y tuvo dos hijas y un hijo.

Fuente: “Los Grandes Iniciados”, Edouard Shuré