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Demócrito y el Átomo

Publicado por Malena

Demócrito y el Átomo

Los átomos viven eternamente, sólo abandonan el cuerpo que ha dejado de existir y se transforman en otra alma viviente.

Demócrito era un filósofo griego del siglo V. a. de C., conocido por su sabiduría y también porque estaba siempre contento.

El comportamiento de la gente le provocaba risa por lo contradictorio y errático de sus actitudes y porque no se daban cuenta que ello era la causa de sus sufrimentos.

Por el contrario a Heráclito, la forma de ser de la mayoría lo sumía en la más profunda tristeza.

Sólo se conserva una pequeña porción de su aporte, relevante principalmente porque por primera vez menciona la palabra griega «átomo» para designar al sustrato elemental de todo lo que existe.

Estos átomos, son eternos e indestructibles y se diferencian solamente por sus dimensiones, estructura y desplazamiento, anticipándose con este razonamiento con sorprendente exactitud, a los descubrimientos científicos del siglo XX.

Hasta principios del siglo XX se creyó que el átomo era indivisible, pero con el descubrimiento de los electrones y el núcleo formado de electrones, protones y neutrones, se descartó dicha convicción, llegándose a creer que no existiría un elemento esencial a toda la materia sino que la división en elementos cada vez más pequeños sería infinita.

Ahora se sabe que el átomo, tiene un núcleo compuesto de protones y de neutrones y que la mayor parte del volumen de un átomo consiste en electrones.

Demócrito propone la existencia en la realidad de la materia y el espacio. Este espacio no significa la nada sino que implica algo imprescindible para hacer posible el desplazamiento de los objetos.

Con respecto al movimiento, existen posturas interesantes, como la de Zenón de Elea(siglo V.a. de C.) que sostienen que en realidad el movimiento no existe.

Según la teoría de Einstein el tiempo es una construcción mental humana, por lo tanto, puede que el espacio tampoco exista. Si no existe el tiempo tampoco el espacio, porque el espacio y el tiempo son una unidad, por lo tanto, sería imposible la existencia del movimiento.

Sin espacio el movimiento sería sólo cambio y una ilusión de los sentidos, como lo es por ejemplo el cine que nos muestra a personas que se mueven pero que en realidad son la proyección de una sucesión de imágenes fijas que cambian a tal velocidad que producen la sensación de movimiento.

Zenón de Elea (siglo V.a. de C.) no aceptaba la idea de la existencia del espacio, porque si el Ser está en un espacio, éste a su vez tiene que estar contenido en otro espacio y así hasta el infinito.

Pero según Demócrito, con respecto al movimiento, el desplazamiento de estas unidades indivisibles es permanente como las mismas cosas y ese movimiento es natural.

Según él, este desplazamiento se produce en línea recta y al colisionar entre si se concentran dando forma de esta manera a todas las cosas.

En virtud de esta concepción, cuando un cuerpo muere se desintegra pero los átomos sobreviven y se reorganizan de otro modo.

La teoría de Demócrito esencialmente coincide con la postura actual sobre la existencia de un componente último que aún no se ha podido detectar.

La naturaleza está efectivamente compuesta por átomos que se unen y que se vuelven a separar; de modo que un átomo que está en el núcleo de una célula de mi mano pudo haber pertenecido alguna vez al cuello de una jirafa.

Definitivamente este pensador no creía en poderes sobrenaturales ni concebía un plan primordial, sólo creía en los principios naturales, intrínsecos a todo lo que existe.

Se imaginaba que hasta el espíritu tenía su componente último, algo diferente pero con el mismo significado, transformarse al dejar de existir en otra cosa.

Demócrito había encontrado una salida a la cuestión de la necesidad de la existencia de un elemento esencial y del cambio.