El Paraíso según las Religiones Cristianas-Primera Parte
Anthony DeStefano, graduado en filosofía y teología, en St.John´s University, es miembro de relevantes asociaciones católicas en Estados Unidos y Europa y es director de Priests for Life, una institución católica con sede en New York. Vive alternativamente en New York y Roma.
Escribió el libro “Guía de Viaje al Cielo”, una divertida y a la vez seria versión del paraíso que nos permite hacer un viaje virtual hacia lo desconocido.
Para la religión cristiana, el cielo es un lugar lleno de felicidad, placeres y alegría y además, desde ese punto de vista, podemos encontrar las respuestas a todos nuestros interrogantes.
El autor de este libro es un creyente laico que trata de difundir las enseñanzas de la religión y no afirma nada que no esté de acuerdo con las explicaciones sobre el cielo de la tradición cristiana.
La creencia universal desde la existencia del cristianismo es que el cielo es un lugar totalmente real y concreto, donde se vive un disfrute eterno, dinámico, activo y lleno de gozo.
Contrariamente, la mayoría de los cristianos tienen una idea equivocada del cielo. Creen que es un lugar aburrido, donde pululan las almas en perpetuo estado de contemplación, vestidas con túnicas blancas y vagando entre la niebla como fantasmas. Tienen además, la idea que es un puramente espiritual donde no tiene cabida la materia.
Sin embargo, según la doctrina cristiana, el cielo tiene un carácter también físico. El mismo Jesucristo decía que en la “casa” de Dios hay gran cantidad de mansiones, donde habría lugar para toda la humanidad donde se podrá vivir una vida parecida a la de la Tierra.
Sin embargo, todos los que han muerto hasta ahora, aún no se encuentran en el cielo propiamente dicho según afirman San Agustín y Santo Tomás de Aquino, debido al hecho que cuando una persona muere el cuerpo se separa en forma transitoria del alma y sólo en el Juicio Final volverán a estar unidos.
Durante esa espera aún no podremos experimentar completamente todos los placeres del cielo, y nos encontraremos en un intervalo fuera del espacio y del tiempo, igual que cuando soñamos, con el poder de tener todas las sensaciones y de tener experiencias mientras esperamos.
Por lo tanto, durante ese período se podrá disfrutar de la felicidad antes de recuperar el cuerpo, estando con Dios y con el espíritu de todos nuestros familiares y conocidos.
Es así que las personas que ya han fallecido se encuentran muy bien y en perfecta compañía, nos pueden ver y disfrutar de los placeres del espíritu.
Siempre hemos tenido la idea que el espíritu es mejor que el cuerpo y eso no es lo que dice la doctrina cristiana, porque Dios creó un cuerpo y un alma unidos y ambos forman un ser humano, obra suya y por ende en esencia perfecta.
Después del juicio final, agregan, seremos muy parecidos a como somos ahora, el cuerpo tendrá átomos, moléculas y células como en esta vida, tendremos el mismo sexo y podremos hacer las mismas cosas que hacemos en la Tierra con la misma identidad.
No seremos ni demasiado jóvenes ni demasiado viejos y no tendremos nuestros defectos, porque las imperfecciones no forman parte de la identidad verdadera, pero aún así podremos reconocer a todos nuestros parientes y conocidos.
Cuando Jesucristo resucitó nos reveló el misterio del más allá, por lo tanto, seremos como él, sutiles, luminosos, ágiles e incorruptibles.
Nuestro cuerpo estará transformado y se someterá absolutamente a nuestra voluntad sin ningún esfuerzo; no como en la Tierra donde nos sentimos acosados por compulsiones malsanas.
Tendremos el control absoluto sobre nosotros mismos y podremos vivir al máximo nuestro potencial.
No estaremos atados a nuestras necesidades corporales porque todo lo que hagamos será para disfrutar, no para sobrevivir y nunca padeceremos dolores ni ningún sufrimientos.
Bibliografía: Guía de Viaje al Cielo, de Anthony Destefano, Ed.Grijalbo, Argentina, 2004
(Continúa en Segunda Parte)