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La Torre de Bollingen de Jung

Publicado por Malena

Carl G. Jung pasó gran parte de su vida adulta en la torre de Bollingen, en Suiza, una morada ideal que construyó él mismo con muy poca ayuda profesional.

Después del fallecimiento de su madre, en 1922, Jung adquirió una parcela de tierra entre las montañas y las tranquilas aguas del Obersee, una cuenca del lago Zurich, distante 40 kilómetros de su casa de Küsnacht (cantón de Zurich).

En ese bellísimo lugar, Jung edificó una rústica pero sólida vivienda que no tenía electricidad, ni calefacción central, ni teléfono, ni agua corriente; y que sólo contaba con agua de pozo y con una cocina a leña.

En ese refugio austero y en comunión con la naturaleza, Jung escribió gran parte de su obra, que incluye además pinturas murales y esculturas.

Después de doce años, su modesta torre de roca se fue transformando en un pequeño castillo que hoy en día se conoce como la torre de Bollingen.

A la construcción inicial Jung le fue agregando nuevos espacios y objetos, que de algún modo fueron marcando etapas de su vida y que él comparaba con su estructura psíquica.

Cuando construyó el piso de arriba simbolizó la expansión de su conciencia que alcanzó a la vejez, un nuevo nacimiento en la piedra, el progreso hacia la individuación o conocimiento del sí mismo.

Jung vivía varios meses del año en su torre de Bollingen, que fue su lugar de retiro, meditación y experimentación personal y que hoy es visita obligada para los turistas de todo el mundo.

Allí pasaba felices momentos de silencio, leyendo, cortando leña o paseando en bote. Se interesaba por la cultura oriental, la meditación, el yoga y el budismo; y su perspectiva del cosmos era a la manera del antiguo oriente, a pesar de ser católico y de haber sido seminarista en su juventud.

A Jung le maravillaba el pueblo chino, que casi no tenía en cuenta la causalidad y que se inclinaba a creer en las coincidencias.

Para este brillante pensador, el pensamiento de los antiguos maestros tenía mayor valor que la mentalidad occidental y terminó distanciado de Freud por disentir con algunos aspectos de su teoría que no reconocía el valor del espíritu.

Jung se adelantó a su tiempo, podía comprender el misterio de lo oculto, lo espiritual, lo intuitivo, pero estaba rodeado por un círculo académico que permanecía encerrado en sus rígidas creencias.

En un intento por despojarse de los prejuicios del hombre blanco, Jung se dedicó al conocimiento de las culturas primitivas.

Junto a Richard Wuilhelm escribió el libro de yoga taoísta “El secreto de la flor de oro” y con Károly Kerényl “Introducción a la esencia de la mitología”. También mantuvo una fluida correspondencia con el filósofo zen D.T.Suzuki.

Visitó la comunidad de los indios taos en el estado de Nuevo México y allí lo conmovió una observación que le hizo el jefe de la tribu cuando le dijo que creía que el hombre blanco estaba loco porque pensaba con la cabeza en lugar de pensar con el corazón.

Al igual que Confucio, Jung enseñaba que el bienestar individual no es total si no se sirve a la sociedad.

La vida de Jung estuvo dedicada a lograr la integridad de sí mismo, deshacerse del ego, enfrentarse a la sombra y a aprender a dejarse llevar por el alma y el espíritu.

Fuente: “El hombre y sus símbolos”; “Lo inconsciente”; Carl G. Jung.