Reiki
El Reiki es un arte japonés clásico creado por Usui Sensei a principios del siglo pasado, a partir de antiguas tradiciones de la cultura oriental.
Exige estar en el momento presente y utiliza la energía vital del cosmos, por medio de la imposición de manos, para lograr armonizar la propia energía.
Este sistema fue ideado para utilizarlo para uno mismo, pero luego se extendió la práctica para ser aplicada a otros.
Hacer Reiki no significa dar nuestra energía a otros, porque todos tenemos energía propia suficiente, la práctica de Reiki armoniza la energía.
No obstante, luego de aplicar Reiki a una persona, se debe realizar un breve procedimiento de lavado simbólico, para volver al mismo estado neutro que el operador de Reiki tenía anteriormente, no por haber recibido la energía negativa del otro sino porque pudo haber cambiado el estado de su propia energía.
Realizar un tratamiento de Reiki a otra persona significa ayudarlas a recuperar el equilibrio, activando los centros del cuerpo donde se transforma la energía negativa en neutra.
El Reiki no cura directamente, pero al equilibrar la energía produce sanación, porque la enfermedad es la pérdida de la paz interior y de la armonía de la energía del cuerpo.
No se trata de un tratamiento energizante, porque la energía del cosmos no es ni buena ni mala, sólo es neutra.
El Reiki tiene varios efectos; la primera vez que se aplica produce relajación, la segunda produce descanso, la tercera vuelve la energía hacia donde está la atención, la cuarta proporciona paz y la quinta otorga plenitud.
La práctica de Reiki enseña a entrar en otros estados de conciencia.
Por lo general se aplica sobre los centros de energía del cuerpo que en Japón consideran que son tres y se denominan Haras, siendo el principal el que se encuentra debajo del ombligo.
También se puede aplicar en otras partes del cuerpo en algún lugar específico donde hay dolor o algún síntoma orgánico.
El sistema Reiki permite recuperar el propio centro y hace posible la apertura a la energía universal.
Cada hara es un centro de transmutación energético, o sea que es el lugar donde la energía cambia y se neutraliza.
Cuando una persona tiene su energía neutralizada también neutraliza la energía del ambiente y cambia el estado energético de los que están en él.
A veces el cambio de un individuo que forma parte de un grupo suele ser tan significativo que puede modificar radicalmente su entorno, pueden terminar relaciones, comenzar otras nuevas, cambiar la forma de relacionarse con su grupo familiar, iniciar una nueva vida, mudarse, casarse, etc.
El Reiki que se administra a otro produce la propia armonización, o sea que el que sana a otro también se está sanando a sí mismo.
La energía es un estado de ser, no es algo concreto que aumenta o disminuya, ni que se pueda sacar o agregar; pero se manifiesta a través de la respiración, de mantras, de símbolos o de mudras (imposición de manos).
El Reiki no es una terapia alternativa, puede eliminar síntomas y también producir una sanación más profunda al equilibrar a la persona en forma total, pero no reemplaza al tratamiento médico.
No tiene contraindicaciones para el que la realiza ni para el que la recibe, no lleva a estados alterados de conciencia incontrolables ni sirve para manipular a otros.
Fuente: “Día a Día con Reiki”, Claudio Márquez, Uriel Satori Editores, 2011