La dimensión
La concepción de la belleza que defendía Aristóteles tenía dos fuentes claras, representadas por una parte por los pitagóricos y Platón y, por otra, por Sócrates. Y si tenemos en cuenta que el segundo fue su maestro y que, a su vez, Sócrates lo fue de Platón, tampoco es que sea fácil trazar una raya perfectamente delimitadora. No nos engañemos, la historia del pensamiento está trufada de interconexiones y, de hecho, avanza gracias a su existencia. No somos ser independientes entre sí, iluminados, a los que se nos ocurren las ideas por ciencia infusa. Al contrario, todo lo que pensamos, escribimos, etc., viene directamente influido por todas nuestras lecturas, historias escuchadas… lo que a su vez nos conecta con los autores y pensamientos con los que tales lecturas, etc., referencian. Podemos tener conocimiento de algo de primera, segunda o tercera mano, pero independientemente de la distancia, cada elemento nos influirá innegablemente.
Por añadir un elemento a la digresión, en breve vuelvo al tema del artículo, me viene a la memoria un prólogo de Borges a uno de sus poemarios, en el que se disculpa ante el lector por haber pergeñado esos versos antes que él, lo que sin duda alguna ha sido fruto del azar. Naturalmente es un gesto de modestia, algunos lo llamarán falsa modestia, importante, pero, sobre todo, lo que quiere significar es que el pensamiento está interconectado, que ninguna idea es mía porque es el fruto de toda la historia de la humanidad. Claro que Borges exagera, pero no por ello debemos no tener en cuenta lo que nos está explicando.
Además, es importante destacar que la belleza, según Aristóteles, no es una cualidad inherente a los objetos, sino que es una percepción subjetiva que depende de la relación entre el objeto y el observador. En este sentido, la belleza no es algo que se pueda medir de manera objetiva, sino que depende de la capacidad del observador para apreciar la armonía y el equilibrio en las proporciones del objeto.
La dimensión
Al margen de la introducción novedosa de la conveniencia, aunque partiera de Sócrates, Aristóteles introduce otra innovación en el concepto de la belleza, y es que además del orden, también dependerá de la dimensión (recordemos que ya la habíamos situado dentro de la tríada aristotélica de rasgos de lo bello).
Con dimensión, el filósofo estagirita se refería a una dimensión correcta, a la medida adecuada para un objeto, para cada uno en particular.
De esta forma, Aristóteles hace depender la belleza de un objeto no sólo de su dimensión relativa, también de la absoluta. Por eso aseguraba que las cosas grandes no son más agradables que las pequeñas, y que aunque un hombre pequeño puede ser considerado agraciado, nunca será hermoso.
Probablemente, algunos o la mayoría de los lectores, leído el párrafo anterior, hayan esbozado un gesto de disgusto, pensando (quizás en voz alta), «¡pero qué tontería es esa!». Bien, nadie está exento de decir estupideces, y quién más habla y escribe, corre el riesgo de decir un mayor número de tonterías, por lo mismo que también está en disposición de decir o escribir más cosas ingeniosas que alguien que habla o escribe poco, por pura estadística, vaya.
Ahora, tras la discrepancia inicial, pensar en el canon de belleza masculino y, después, recordar lo que significaba belleza para Aristóteles. ¿Realmente hay tanta discrepancia?
Además, es importante recordar que la belleza, para Aristóteles, no se limita a la apariencia física. También incluye aspectos como la virtud y la bondad, que son igualmente importantes para determinar la belleza de una persona. Por lo tanto, aunque la dimensión física es importante, no es el único factor que se debe tener en cuenta al evaluar la belleza.
Por último, es interesante reflexionar sobre cómo la concepción de la belleza ha evolucionado a lo largo de la historia. Aunque la idea de que la belleza depende de la dimensión y la proporción sigue siendo relevante en la actualidad, también se han incorporado otros factores, como la personalidad y el carisma, que pueden influir en nuestra percepción de la belleza.
Imagen: palldam.wordpress.com