División de las artes
Ya hemos asegurado en artículos anteriores que la sistematización era una de las características principales de Aristóteles. Y, claro, un rasgo esencial de cualquier proceso sistematizador son las clasificaciones. Así que como no podía ser de otra forma, el filósofo estagirita también se dedicó a clasificar las artes. Sin embargo, no logró llegar a la distinción de las “bellas artes” tal y como las conocemos ahora, separadas de otras producciones humanas y miembros absolutos y únicos de eso que conocemos como arte. No obstante, es justo añadir que sí que vislumbró algo parecido a una separación entre lo que ahora conocemos como “bellas artes” y el resto de actividades, llamémosles, artesanales.
La división de las artes
Para empezar, Aristóteles no estaba de acuerdo con la división sofista del arte, por la que había que distinguir entre las artes útiles y las placenteras. Sin embargo, para él, no tenía mucho sentido semejante distinción puesto que algunas, como la poesía, la música o la escultura no eran exclusivamente placenteras, aunque tampoco se pudiera decir de ellas que eran útiles solamente.
La clasificación aristotélica parte de la relación platónica, recordemos que Platón era su maestro, entre naturaleza y arte. Así, llegó a asegurar que «en suma, el arte o realiza lo que la naturaleza es incapaz de terminar, o lo imita». Siendo éstas últimas, las que imitan, las artes imitativas o miméticas. Siendo la pintura, la poesía, la escultura y la música, cuanto menos una parte de ella, las artes pertenecientes a este subgrupo.
No hace falta ser un lince para comprobar que las artes imitativas aristotélicas son las que luego se considerarán como “bellas artes”. Bueno, es cierto que no solamente esas, porque en la actualidad la danza y el cine también son consideradas como tal. Aunque, por lo menos respecto a este último, hay que admitir que no existía en vida de Aristóteles (tardo algo más de dos mil años en surgir). Tampoco consideró como arte imitativo a la arquitectura y cierta parte de la música.
De todas formas, y volviendo a la clasificación, la característica esencial de estas artes es la imitación, convirtiéndose no sólo en su medio, en su proceder, sino que también en su fin, en su objetivo.
Es decir, el pintor no piensa crear obras artísticas bellas y para eso considera que la mejor opción es la imitación, y por ello hace uso de ella; al contrario, es la propia imitación el motivo por el que el pintor se dedide a pintar y elabore obras de arte. Y lo mismo ocurrirá, por ejemplo, con los poetas. De manera que llegó a asegurar que «es preciso que el poeta hable lo menos posible de sí mismo, pues en eso no es imitador». Y la imitación es lo que le convierte en poeta.
En definitiva, Aristóteles consideraba a la imitación como una de las actividades innatas del ser humano, como algo consustancial a su naturaleza y que, por tanto, le da placer. Esta será la explicación por la que el arte nos da placer cuando imita objetos naturales, que en su estado natural ni nos agradan ni nos gustan.
Imagen: thales.cica.es